Diario Extra - Ingeniero retoma su pasión en la cárcel

Alberto Alan Alvarado está privado de libertad desde febrero de 2020 en el Centro de Atención Institucional Gerardo Rodríguez Echeverría, en Alajuela, después de ser sentenciado a 43 años de cárcel.
Saber que estaría tras las rejas por un largo tiempo lo hizo refugiarse en uno de sus pasatiempos: la pintura en óleo, para que su paso por la prisión sea menos pesado
“El Comité de Privados de Libertad me dio la oportunidad de extenderme y pintar cuadros para las oficinas de acá”, manifestó.
En la misma cárcel, Alvarado autorizó el ingreso de un equipo de DIARIO EXTRA para realizar una entrevista para contar su historia.
La pintura le permitió salir adelante y pagar sus estudios en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), donde se graduó en las carreras de Ingeniería en Construcción y Administración de Empresas.
“Cuando tenía 13 años, recuerdo, mi mamá me compró unas pinturas que valían 6 colones y fue todo un esfuerzo”, comentó.
Debido a sus ocupaciones laborales tenía aproximadamente 30 años de no pintar, pero la pasión por el arte siempre lo ha acompañado.
“Aquí he tenido mucho más tiempo, entonces aprovecho”, agregó.

APRENDIZAJE

El privado de libertad indicó que en ese centro penal aprendió a reparar relojes, pantalones y fuentes, así como a construir marcos y mecates.
“Aquí se aprende de todo. El que no aprende aquí es porque definitivamente no quiere”, sentenció.
Además nos dijo que tiene 12 hijos y solo tres de ellos se dedican a la pintura.
“Cuando estaba afuera creí que aquí iba a llevar una vida dura en ese sentido y es al contrario. Aquí se siente cariño y amor por el prójimo, y de este por uno”, aseguró.
También lo motiva saber que sus compañeros se sienten orgullosos de los cuadros que pinta.
Alan Alvarado le hizo un tour a El Periódico de Más Venta en Costa Rica, en el cual nos mostró sus cuadros, así como los paisajes que pinta en piedras.

CUADRO BICENTENARIO

Decidió aprovechar su talento para pintar un cuadro alegórico a la celebración del Bicentenario, donde brinda una idea de lo que es la vida independiente.
En un documento explicó que esa obra se remonta a los orígenes de nuestra nación, en cuya fundación se encuentran el alma indígena, las vasijas, los metates y el maíz, que reflejan las costumbres y tradiciones del costarricense.
“Luego se presenta el café como grano de oro rector de la economía incipiente de la nación colonial productora y comerciante”, redactó.
Además pintó a Pablo Presbere, cacique que tuvo un papel destacado en la rebelión indígena de 1710.
“Brilla el acta de Independencia de 1821, símbolo de la naciente e independiente Costa Rica, junto a la tea fulgurante de la libertad… un fuego que fue encendido hace dos centurias y que nunca se ha apagado”, escribió.
En la pintura se aprecia la referencia a la Anexión del Partido de Nicoya y resalta las figuras de Juanito Mora Porras y Juan Santamaría, emblemas de soberanía y libertad.
Justamente en medio del cuadro se observa la Casona de Santa Rosa, donde el pintor desea reflejar las luchas por mantener la paz y la libertad.
También plasmó el retrato del caudillo José Figueres Ferrer con un mazo en la abolición del ejército.
“Al final de la bandera tricolor se presenta la división de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, representados en los tres edificios emblemáticos de Casa Presidencial, Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia, para representar el balance que debe tener una nación libre, soberana e independiente”, indicó.
Por último pintó las estrellas que representan a las siete provincias, así como las cordilleras acompañadas de flora y fauna.