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Opinión

María, modelo de maternidad

La voz del Arzobispo

Este domingo 15 de agosto celebramos la Asunción de la Virgen María, una de las más grandes fiestas marianas. Lo enseñado por Pío XII al ser proclamado este dogma de fe es “que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial” (Pio XII, Munificentissimus Deus, n.44. 1950). María participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo, también de la nuestra. (Cfr. Catecismo IC, 974).
Ella es modelo de fe y esperanza sobre todo cuando, en la tempestad de la pasión de su Hijo, conservó en su corazón una fe total en Él y en el Padre.
En efecto, el Evangelio nos recuerda que el camino de María no estaba alfombrado de rosas. Ella, durante su peregrinación terrena, llevó como mujer y madre una vida llena de preocupaciones, angustias y dolores y, lo que el anciano Simeón le anuncia, concretamente, que una espada le traspasaría el corazón, lo constató al pie de la cruz. Por ello, el llamado que nos hace María es al cumplimiento de la voluntad de Dios, con entrega humilde y generosa.
Al hacer coincidir en nuestro calendario esta celebración mariana con el Día de la Madre, reconocemos el valor de la maternidad que, además, fue elevado a su grado más alto en María, madre del eterno Verbo-Dios, que se hizo hombre en su seno virginal. Aunque a la mujer se le abran espacios de trabajo profesional en todos los ámbitos de la sociedad nada podrá equipararse nunca con la eminente dignidad que le corresponde por su maternidad, cuando la vive en todas sus dimensiones.
Con pesar constatamos cómo hoy el significado y trascendencia de la maternidad es objeto de críticas y acciones contestatarias, considerándola una idea retrógrada, un constructo social que impone límites al desarrollo de la personalidad femenina, una restricción de la libertad de la mujer y de su deseo de tener y realizar otras actividades. No es extraño que, entonces, algunas mujeres se sientan motivadas a renunciar a la maternidad para poder dedicarse a “vivir plenamente”. Estas son y serán aberraciones que expresan los terribles efectos del hecho de que nuestra sociedad se aleja de los auténticos valores cristianos, capaces de garantizar y de reconstruir también los valores humanos.
Pero, qué hermoso saber que hay tantas mujeres que con alegría y plenamente realizadas como madres, están entregándolo todo por sus hijos, y llevando adelante también su profesión u oficio. Pienso en las jefas de hogar que con su diario esfuerzo y sacrificios ganan el pan para los suyos, su aporte a la sociedad en grande, cuánto necesitamos de un Estado que proteja la maternidad y a estas madres luchadoras.
Deseo a todas las madres que, como María, hacen de su vida un don para los demás, que pasen un hermoso día, y que, como sociedad, valoremos, cada vez más, el don de la maternidad que, sin duda, requiere valentía y determinación. Como hijos e hijas de Dios honremos a nuestras madres y al insustituible papel que desempeñan en nuestras familias, base de la sociedad.

*Arzobispo Metropolitano

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Lunes 16 Agosto, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Mons. José Rafael Quirós*

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