Atletas ticos, determinación, disciplina y compromiso

Gloria Bejarano Almada

Las Olimpiadas son más que una justa deportiva en la que los mejores atletas del mundo se enfrentan en las más diversas disciplinas. Son un espacio de convivencia en el que los atletas, además de demostrar sus habilidades físicas, nos muestran su carácter, sus debilidades, su capacidad y su compromiso.

En estas justas deportivas hemos tenido la oportunidad de valorar el temple de quienes con grandes limitaciones logran sus objetivos, así como de aquellos que, desde la comodidad de sus casas y a través de las redes, hacen comentarios mezquinos, faltos de conocimiento, o peor aún, de compasión y respeto por un esfuerzo que no son capaces de hacer.

La mayoría, sin embargo, nos hemos llenado de orgullo con las hazañas de nuestros atletas que han logrado situarse entre los mejores del mundo. Sí, los mejores del mundo, porque participar en las olimpiadas los ubica entre los más grandes atletas del planeta, gracias al esfuerzo y la disciplina con que han entrenado, con que han enfrentado retos que van desde limitaciones económicas hasta falta de recursos básicos como instalaciones deportivas, entrenadores, apoyos y patrocinios.

La historia de doña Dixiana Mena y sus hijas Andrea y Noily es motivo de admiración y respeto. Su determinación y capacidad para soñar sin límite son un ejemplo para seguir no solo en el campo deportivo; ellas no se detuvieron ante las adversidades ni las limitaciones, no pusieron pretextos ni se excusaron cuando las cosas se pusieron difíciles; no se sentaron a esperar que la ayuda les llegara ni se lamentaron por lo que les hacía falta, simplemente se fijaron una meta, se pusieron a trabajar y la alcanzaron.

Pero no fueron las únicas, casi la mitad de los deportistas que nos representan son entrenados por un familiar; Costa Rica es la delegación con mayor número de equipos conformados por familias: Luciana Alvarado es entrenada por su madre, doña Sherly Reid, Leilani McGonagle tiene como entrenador a su padre Sean McGonagle y el hermano de Ian Sancho es su entrenador y fisioterapéuta... otros, como Kenneth Tencio, ni siquiera cuentan con un entrenador.

¡Cómo nos hace falta esta determinación! Cómo nos hacen falta personas que no acepten un “no se puede” por respuesta y busquen el camino para “hacer que se pueda”.

En cada brazada que dieron María Padrón y Arnoldo Herrera vimos cómo se puede avanzar a pesar de no estar en tu elemento. Andrea y Noeli Vargas junto a Gerald Drummond avanzaron con la vista puesta en la meta, pues cruzar la línea era su sueño. Luciana Alvarado puso en cada movimiento de su rutina alegría, gracia y concentración. Ian Sancho luchó con la fuerza de un guerrero que quiere vencer la adversidad.

María José Vargas y Andrey Amador imprimieron velocidad y determinación conscientes que el tiempo trabaja en nuestra contra. En cada pirueta que ejecutó en el aire Kenneth Tencio nos enseñó que por más alto que se llegue no hay que perder el piso y al igual que Brissa Hennesy, Leilan McGonagle y Carlos “Cali” Muñoz, supieron sortear olas enormes para alcanzar una clasificación, así nosotros debemos entender que a las dificultades se enfrentan con determinación y coraje si queremos triunfar, avanzar y superar los obstáculos.

Nuestros deportistas merecen respaldo, reconocimiento y respeto, pero no basta con reconocer su temple y aplaudir sus hazañas una vez que han alcanzado un puesto entre los primeros del mundo, necesitan mucho más, necesitan contar con equipos, canchas, viáticos, entrenadores, fogueos, patrocinios y todo aquello que les permita avanzar en su preparación.

Si queremos aspirar a ver a Costa Rica en el medallero mundial, debemos apoyar en forma decidida tanto a quienes tienen una sólida trayectoria como a quienes inician su camino, sin olvidar que hay nuevas disciplinas olímpicas para las cuales se deberán destinar recursos.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 09 Agosto, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada