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Opinión

Nuestro bienestar, el crecimiento y el ambiente

Alternativas

Nuestro bienestar depende de los bienes que podemos obtener en el mercado y de mucho más. Depende de la capacidad de superación espiritual, de la conformación política de la sociedad, de la capacidad mental para enfrentar las vicisitudes de la vida, de la sabiduría de las personas para escoger entre los diversos bienes, de la provisión de bienes públicos. Doy muchas de esas condiciones como dadas para enfocarme en el mercado de bienes y servicios y en los retos que nos presenta el cambio climático.
Muchos de los insumos que condicionan nuestro bienestar los adquirimos en el mercado y el poder conseguirlos está condicionado por la producción de la sociedad en que vivimos: es muy diferente la canasta de bienes posible para un cazador en una primitiva comunidad, de la que estaba disponible en nuestro país al tiempo de la independencia, de la que sería factible hoy obtener en nuestra patria y de la que es asequible para un habitante de Berkeley en 2021.
Por eso el crecimiento de la economía es tan importante para nuestro bienestar. Ese crecimiento depende del conocimiento, de los factores de producción disponibles, de la inversión y la educación que hacen crecer esos factores, de la eficiencia con la cual los combinemos.
Con la pandemia que nos ha empobrecido, la importancia de ese crecimiento es aún mayor. No podemos minimizar el dolor de la pobreza y del desempleo.
Pero tampoco podemos ignorar otros condicionantes del bienestar, que pueden, en circunstancias como una guerra o una catástrofe natural, adquirir una magnitud insoslayable. Tal es el caso del cambio climático que amenaza a la humanidad entera.
Hoy las conclusiones científicas son contestes en que sería catastrófico permitir que se eleve la temperatura de la tierra más de 1,5 grados centígrados por encima del promedio anterior a la revolución industrial.
De conformidad con el Acuerdo de París las naciones y en especial los mayores emisores, han venido asumiendo el compromiso de llegar a ser carbono neutrales para 2050 (2060 en el caso de China, el mayor emisor). Pero posponer la ejecución de esos compromisos puede encaminarnos de manera que haga imposible obtener los resultados deseados, y seríamos expuestos a las graves consecuencias del calentamiento en las actividades humanas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que ya se ha dado entre 0,8 y 1,2 grados de calentamiento y que de continuar con la trayectoria actual se llegaría a 1,5 grados de aumento entre 2030 y 2052. El Instituto Meteorológico de Costa Rica indica que para 2020 la temperatura promedio histórica en Costa Rica aumentÓ en 1 grado.
Victor Gaspar e Ian Parry del FMI señalan: “Entre una cuarta parte y la mitad. Esto es lo que deben disminuir el dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero en la próxima década para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a menos de 2 °C. La manera más rápida y práctica de lograr este objetivo es crear un mecanismo de precio mínimo internacional del carbono.”  Especifican estos autores que, para vencer el calentamiento global, de ahora al 2030 se debería establecer un impuesto al carbono equivalente a $75 por tonelada.
Costa Rica tomó la decisión desde hace más de 20 años de seguir una política buscando que el que contaminé pague y el que mitigue gane. Para ello estableció impuestos sobre los derivados del petróleo, el pago por servicios ambientales y un canon diferenciado según se pureza para las aguas servidas industriales.
Con la buena intención de bajar costos de producción, proponen algunos bajar los impuestos a los combustibles. Esto sería dar la señal equivocada de que es conveniente utilizar más intensamente esos combustibles. Iría en contra de lo que la humanidad necesita.
Ciertamente nuestro impacto es pequeño, pero de muchos pequeños impactos de países, personas y empresas se genera el gran impacto que tendría costos humanos insoportables.
Además, con una matriz eléctrica 100% renovable, la ejecución del programa de descarbonización nos permitiría una rápida transición de combustible fósiles a electricidad en los transportes. Así podríamos atraer inversión extranjera que quiere producir con una huella de carbono cero, y generar los nuevos puestos de trabajo de una economía verde.
Mantengamos la buena trayectoria de nuestra nación. El Gran Reinicio posterior a la pandemia requiere que la recuperación sea participativa y favorable a la naturaleza.

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Lunes 05 Julio, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodríguez

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