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Opinión

Revolución del corazón

Mons. José Rafael Quirós*

En este mes de junio, el Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el inmenso amor de Dios para con nosotros. Todo lo que Dios quería decirnos de sí mismo y de su amor lo depositó en el Corazón de su Hijo.

“De este modo –nos dice el Papa Francisco– nuestro corazón también, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, imitando el Corazón de Jesús... Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo” (Papa Francisco, 8 de junio del 2020).

El mismo Señor nos enseña: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca” (Lc 6,45).  

Lo que el Señor nos expresa no es una simple casualidad u observación, antes bien, nuestras palabras y acciones son expresión de lo que hay realmente en nuestro interior: “Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias” (Mt 15,19).

Dejemos que Dios nos transforme desde dentro para ser curados del pecado que nos somete y esclaviza y no nos permite amar.  

Al hablar desde su propio Corazón, Jesús apela a la dimensión interior e integral del ser humano. 

Así, “Cristo revela la condición del hombre y su vocación integral” (Veritatis Splendor, n. 8). Vocación que implica amarnos unos a otros, “ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (I Jn 4,7).

La actual crisis sanitaria debida al virus SARS-CoV-2 nos recuerda el imperativo del amor al prójimo, porque “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (I Jn 4,20).  Y estamos viendo a diario muchos hermanos que sufren, por la enfermedad del Covid-19 y sus consecuencias. 

De ahí, la necesidad de juntarnos por la vida y hacer el mejor esfuerzo para cuidarnos unos a otros.  Especialmente, nuestra atención deberá estar puesta en las personas en situación de calle, en vulnerabilidad y pobreza. Asimismo, en la población que aún no ha sido vacunada o atendida por falta de espacio en los hospitales. 

El virus contraído dejará secuelas en algunas personas y el empobrecimiento de muchos, por lo que debemos estar atentos.  Como sociedad urge organizarnos para atender solidariamente los retos que nuestro tiempo nos depara. Por eso es gratificante constatar el esfuerzo que algunos sectores sociales, académicos, empresariales, y otros, hacen por atender esta emergencia nacional y ofrecer lo que está en sus manos para acelerar el proceso de vacunación e inmunización de la mayoría.

En esta crisis humanitaria podemos sacar lo mejor de nuestro corazón y eliminar todo egoísmo para que brote los frutos del amor, a semejanza del buen samaritano.

Encontremos en la actual pandemia una oportunidad de afianzar nuestra devoción al Sagrado Corazón, que nos invita a tener “los mismos sentimientos que Cristo” (Flp 2,5).

 

*Arzobispo Metropolitano

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 07 Junio, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Mons. José Rafael Quirós*

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