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Opinión

Por una Costa Rica consecuente en el Día Internacional de la Madre Tierra

Msc. Germán Pochet Ballester*

El 22 de abril de 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó oficialmente esta fecha como el Día Internacional de la Madre Tierra, en cuya declaración se reconoce “que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar” y que es fundamental “alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras”, para lo cual “es necesario promover la armonía con la naturaleza y la Tierra”. 

Como se puede apreciar, el espíritu de esta fecha no se reduce a una simple protección ambiental, sino que consiste en algo mucho más complejo: asegurar la satisfacción de las necesidades humanas, a la vez que se garantiza el bienestar ambiental del planeta en su conjunto. Este equilibrio en lo social, lo económico y lo ambiental es una meta sumamente difícil y consecuentemente requiere de la integración de todos los aportes que pueden brindar los distintos actores de la sociedad. 

Tal y como lo reconoce la declaración del Día Internacional de la Madre Tierra, estos objetivos no pueden ser logrados solamente por el Estado. Se requiere de procesos de participación amplios y vigorosos, en donde las autoridades públicas, los organismos internacionales, las ONG y la sociedad civil aporten en la toma de decisiones. Es aquí donde resulta fundamental el reconocimiento de los distintos tipos de conocimiento que ostentan los actores sociales y que pueden resultar sumamente útiles para la búsqueda de las soluciones ambientales, económicas y sociales.

En este respecto, el conocimiento tradicional de las comunidades, los pueblos indígenas y los hombres y mujeres de las distintas actividades resulta invaluable cuando complementa al saber científico-técnico. El encerrarse en el saber académico sin reconocer el aporte importantísimo de otra clase de saberes constituye uno de los peores vicios de nuestra época. El conocimiento tradicional ha sido reconocido internacionalmente y ha probado una y otra vez que consiste en una herramienta fundamental para la conservación ambiental. Es por eso que los procesos de toma de decisiones deben poder sumar los aportes de todos los actores sociales, siendo que el ejercicio de contrastarlos e integrarlos posibilita que se alcancen las mejores decisiones posibles.

Es necesario armonizar las necesidades económicas, sociales y ambientales de toda la población y del planeta. A estas alturas del 2021, la importancia de la conservación ambiental es evidente para cualquiera; la humanidad es plenamente consciente de que no podrá sobrevivir si no encara con urgencia los temibles efectos del cambio climático y la destrucción ambiental. Sin embargo, si no se solucionan los graves problemas económicos y sociales de corte estructural, resulta imposible solventar los retos ambientales. 

Tanto a nivel global como a nivel local, la pobreza, la informalidad laboral y la desigualdad se erigen como grandes obstáculos para la protección del planeta. Sobra decir que la responsabilidad de ello no recae sobre quienes se encuentran en estas condiciones de vulnerabilidad, sino en la falta sistemática de soluciones para estas problemáticas. Los fanatismos y las posiciones ideológicas extremas que se desentienden de las necesidades básicas de miles de personas en aras de proteger al ambiente, son posiciones tramposas que terminan mordiéndose su propia cola, ya que crean las mismas condiciones que dificultan una adecuada y responsable conservación ambiental.

Por estos motivos, la integración de la gente en la toma de decisiones responsable es esencial para una efectiva tutela del ambiente. Nuestro país se encuentra en una posición privilegiada en cuanto a riquezas y recursos naturales, gracias al buen tino de decisiones visionarias tomadas por quienes nos han gobernad en el pasado. Debemos mantener y fortalecer este liderazgo, al mismo tiempo en que resolvemos los pendientes económicos y sociales en casa. Esta visión se encuentra plenamente contenida en nuestra Constitución Política, la cual visualiza el deber del Estado de estimular la producción de la riqueza y velar por su adecuada distribución, en conjunto con la protección ambiental. Debemos aspirar, en todo momento, a un verdadero desarrollo sostenible democrático y no a posturas deshumanizantes que olvidan al otro gran componente del Día Internacional de la Madre Tierra: los seres humanos.

Hoy, urge sentarnos a la mesa como país y trazar una ruta estratégica para la reactivación económica responsable, sostenible y solidaria. Quizás los efectos de la pandemia y la necesidad de una pronta reactivación sea una oportunidad para tomar consciencia de la necesidad de integrar las soluciones económicas, sociales y ambientales para nuestra supervivencia y la de futuras generaciones. 

¡Vivan la Madre Tierra y su gente!

 

*Abogado Especialista en Derecho Ambiental

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Viernes 23 Abril, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Msc. Germán Pochet Ballester*

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