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Opinión

Narco, juventud y muerte

Editorial

La muerte de un inocente jovencito de apenas 13 años y el saldo de cinco heridos a manos de malhechores nos pone a pensar que Costa Rica está tomada por el narco y, pese a las fuertes operaciones de las autoridades, la escalada de violencia no cesa. 

El colegial fue otra víctima de la guerra de bandas que se disputan territorios para la venta de narcóticos, realidad que no podemos tapar con un dedo y que somete al miedo profundo a los vecinos de humildes barriadas josefinas y comunidades en zonas rurales.

Definitivamente el narco no respeta a nadie. A estos grupos criminales lo mismo les da apostarse en un bar que vender drogas en un centro penal o montar un búnker frente a una escuela. 

Lo mismo les vale hacer una balacera cuando pelean de frente a sus rivales que sacar armas de grueso calibre en las inmediaciones de un barrio con niños y matar.

Los despreciables narcotraficantes lo único que buscan es asentar sus asquerosos negocios y generar más adictos, no les interesa edad ni género. 

Quieren sumar a sus filas a gente joven como clientes y como expendedores. En muchos casos aprovechan la baja escolaridad, la necesidad de las familias y ofrecen lujillos que van desde pagos mayores a ¢100 mil por mes, celulares, tenis, cadenas y de vez en cuando un carrito, lo que lamentablemente seduce a nuestra población en estos tiempos.

Existe una combinación de ganarse la plata por la vía fácil con una pérdida del miedo a morir en este tipo de vendettas y el pánico de verse inmersos en el crimen organizado. Es un juego perverso que se genera en un Estado cada vez más fallido.

En medio de este juego por ganar plazas para las ventas quedan personas inocentes, ya no salen por las noches de sus casas y hasta temen ser reclutadas, pues agrupaciones por la fuerza obligan a los vecinos a vender sus porquerías.

El consumo de drogas se ha convertido en una moda. No hablamos solo de las sustancias tradicionales como marihuana o cocaína, sino de las drogas de diseño, que elaboran en laboratorios para potenciar sus efectos.

Datos del Hospital Nacional de Niños revelan que entre 16 y 20 de cada 100 jóvenes en edad colegial consumen algún tipo de drogas y tras ser consultados sobre los efectos se muestran conocedores de los riesgos y las consecuencias, pero esto nos los inhibe.

Un estudio hecho por esa dependencia médica demuestra que de una muestra de 3.373 adolescentes, 506 se declararon consumidores activos, de los cuales el 79% dijo tener preferencia por la marihuana.

Las cifras se elevan conforme pasan los años, pero lo más preocupante es que el consumo comienza a edades tempranas, al extremo que datos de las autoridades revelan que desde la etapa escolar hay compradores y vendedores.

Fumar marihuana es hoy un elemento de aceptación social si se quiere. El interés de algunos sectores por introducir la droga ha generado que los jóvenes consideren este vicio como parte del proceso de desarrollo y hasta de recreación, sin considerar las consecuencias para la salud que se derivan de los excesos.

De acuerdo con los expertos, se pretende hacer creer a los consumidores jóvenes que la marihuana no causa efectos en su salud, situación que a todas luces es incorrecta, pues está comprobado el daño en el crecimiento, y peor aún, en el desarrollo mental.

No puede ser posible que estemos dando la batalla al narco y haya comercios que abiertamente venden productos de uso cotidiano como esencias, inciensos, aceites, cremas, labiales y confites que contienen tetrahidrocannabinol (principal constituyente psicoactivo del cannabis), que introducen con personajes de dibujos animados para atraer consumidores cada vez más jóvenes.

Como vemos, las redes del crimen organizado encontraron en la población menor de edad el nicho perfecto para el consumo y la comercialización de estupefacientes.

Pero esto no debe detenernos en el esfuerzo por evitar que más jóvenes entren a este mundo. Siempre es el momento oportuno de tomar medidas, de unir esfuerzos con los encargados de la educación, con el sistema de seguridad nacional, con salud y otros entes rectores para generar planes y campañas de concienciación dirigidos a adolescentes y padres de familia. 

Jóvenes bien informados de las consecuencias nefastas, no solo para la salud, del uso de las drogas y su comercialización podrían ser personas empoderadas para decir no, para resistirse a la tentadora oferta que hoy lanza el crimen organizado.

Pero falta mucho más, pues esas corrientes que la presentan como alternativa novedosa y de tendencia están ganando terreno.

El abordaje de este tema es integral, deben idearse las estrategias para contrarrestar este golpe tan fuerte contra nuestra juventud, urge reforzar los programas educativos, volver a las aulas con propuestas llamativas, convincentes y que rebasen el potencial de los narcos a generar más mercados.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 27 Febrero, 2021

HORA: 12:00 AM

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