VIH golpea a jóvenes

Editorial

En el mundo más de 38 millones de personas viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
En Costa Rica se tiene como cifra promedio 2,6 personas infectadas por día entre los años 2014 y 2018.
La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reveló que los casos aumentan un 11% al año.
En 2019 se registraron 10.676 personas en las unidades médicas de la institución, de las cuales 9.019 están actualmente en tratamiento.
Datos de las clínicas de atención de VIH señalan que el 83% de los pacientes son hombres, con edades de 20 a 44 años.
La población más afectada por la enfermedad tiene de 20 a 29 años.
La tasa de infección durante los últimos años ronda los 19 casos por cada 100 mil habitantes, es decir casi una veintena de personas.
Estos datos no dejan de alarmar y más si se toma en cuenta que la mayoría de las personas diagnosticadas con el virus se encuentra en edades productivas.
Justamente ayer se conmemoró el Día Mundial del Sida y es aprovechado a lo largo y ancho del mundo para que los países y sus autoridades médicas hagan un llamado a la población sobre el incremento en las estadísticas de contagio y muertes.
En Tiquicia en el último año 120 individuos fallecieron por causas asociadas a enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el VIH.
Esta enfermedad sigue siendo un mito, la sociedad margina a quienes la padecen, los estigmatizan.
En ese periodo, el 65% de los casos se concentró en las provincias de San José y Alajuela, con 24,4 y 11,7 casos, respectivamente, por cada 100 mil habitantes.
Los cantones con las tasas más altas de nuevos diagnósticos por 100 mil habitantes son San José (52,0), Montes de Oca (36,3), Limón (25,2), Heredia (23,6), Desamparados (20,9), Goicoechea (22,6), Tibás (19,9), Curridabat (17,1) y La Unión (19,1), que representan el 49,4% de las incidencias en el país.
De hecho, el año anterior el diputado Gustavo Viales y otros colegas intentaron aprobar un proyecto que limitaba la atención médica a extranjeros con enfermedades como esta, afortunadamente eso no sucedió, pues además de ser absolutamente discriminatorio un trato así en la seguridad social, se trata de un asunto de humanidad y resguardo de la salud pública.
En 2018 el gasto total en VIH y sida en Costa Rica fue de $54 millones, lo que corresponde a un 0,09% del PIB (con una tasa de crecimiento de 12,5% con respecto al 2016) y a un 1,23% del gasto en salud, de acuerdo con cifras de ONU Sida.
Y muchos podrían pensar que es un dineral, pero lo cierto es que el país no puede claudicar en la lucha por la prevención y la atención de este padecimiento.
Más bien deben la Caja y el Ministerio de Salud retomar algunas campañas informativas respecto al tema, se sabe que quienes se infectan del virus son cada día personas más jóvenes, que aun expuestas a contenidos en internet y redes sociales sienten muy lejana la posibilidad de contagiarse.
Los pobladores más jóvenes, en edades de estudio e inserción laboral, se exponen a la enfermedad desde edades tempranas y lo peor es que está demostrado que a pesar de conocer los métodos para una sexualidad segura los ignoran.
Esto nos lleva a repensar el tema de la información que recibe esta población en los hogares y los centros educativos, de cara a más casos de VIH reportados.
Para nadie es un secreto que muchos estudiantes de escuelas y colegios reciben información sobre sexualidad en la calle, en los grupos de amigos y la mayoría es errónea, equívoca y por ende los expone al riesgo de contagio más fácilmente. Muchos no saben cómo usar un condón y esa podría ser la diferencia entre enfermar y estar sanos.
Mucha de la información oficial para las poblaciones en edad estudiantil ya no existe. Es más, no se brinda atención especializada a adolescentes, quienes son los más propensos ante la falta de herramientas informativas y los nuevos casos de VIH lo demuestran.
De hecho, esta es el grupo que menos se acerca a recibir atención médica y por el contrario huye a todo tipo de revisiones.
El Ministerio de Salud y al Área de Control del Sida deben reactivarse, desempeñan ambos un papel muy pasivo en el tema y si este aumento significativo en las estadísticas no hace que pongan las barbas en remojo, no habrá cuándo.
Que estas nuevas cifras nos hagan girar la cabeza, ver un problema que se acrecienta y daña a nuestras generaciones jóvenes.