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Espectáculos

Los dos caminos del mal

Parejas, hijos y algo más

CONSULTA: Tengo cuarenta años y hay algunas cosas con las que he destruido en mi vida. Me pregunto qué he hecho mal para estar así.

RESPUESTA: Existen dos maneras de hacer el mal y ambas provocan mucho daño y destrucción a la familia y a uno mismo.
La primera forma de practicar el mal es la directa:
Es cuando una persona hace un daño al prójimo, a la familia o hasta sí mismo con toda la intención. Un ejemplo es cuando tenemos conductas como mentir o hablar mal de alguien, hacerle daño físicamente, agredirle, ser infiel, abusar sexualmente de una persona o robarle.
Algunos ejemplos de cómo tomamos el camino del mal hacia nosotros mismos en forma directa es cuando existen conductas como autoagredirse, ser infiel, tomar drogas, elegir malas compañías o abandonar el estudio.
Lo que caracteriza este camino de hacer el mal es que esta conducta es intencionada, pensada y planeada por el individuo mismo, lo que nos revela el tipo de corazón que tenemos los seres humanos, ya que todos, queramos o no, tenemos esa inclinación de hacer el mal.
La segunda forma de practicar el mal es la indirecta:
Es aquella donde la persona SABIENDO lo bueno que tiene que hacer, NO lo hace, pero es bueno aclarar que de igual manera es tan destructiva como hacer el mal en forma directa. Es difícil notarla, lo que la hace así, es creer por cultura que solo se hace el mal a uno mismo y a los demás únicamente cuando hay una conducta malvada directa, ofensiva e intencional. Esta conducta malvada es solapada pero no le quita su poder, esta forma de hacer el mal es la preferida por las personas pasivas, los hipócritas, los agresores pasivos y los religiosos que no son descarados, pero al final hacen el mal a sí mismos o a los demás con esta conducta
Permítame darle algunos ejemplos, en el caso de hacerle daño a los demás en manera indirecta lo vemos en acciones como saber que debemos ser románticos con nuestra pareja, pero decidimos no hacerlo y punto. El saber que se puede aprender hacer cosas que no me enseñaron y aun sabiendo esta verdad no querer aprender, el saber que debo ser más comunicador con mis hijos y pareja y aun así no hacerlo. Además, entender que ya no debo gritar ni golpear, pero lo sigo haciendo, que ya debo dejar de hacer el mal que está destruyendo mi vida y aun así continuar una y otra vez.
Esta conducta también es intencionada, solo que es silenciosa, no es tan descarada, ya que no se piensa tanto pues ya se hace en forma automática. Eso sí, al final hacemos el mismo daño. Debemos entender que “lo que uno NO decide también lo decide”; al no decidir ser mejor, también estamos decidiendo al mismo tiempo ser peores o mediocres. Esta forma de hacer el mal refleja que la persona que la practica tiene en toneladas la actitud de la pereza, desconsideración por los demás, mediocridad e ignorancia.

¿Qué hacer para acabar con estas malas conductas?

Lo correcto es detener estos dos caminos del mal. El directo se logra con dejar o parar de hacer esas conductas que dañan. El indirecto se logra con hacer aquello que uno sabe muy bien que debe hacer y nos ayudará a ser mejores. Urge atacar estas dos conductas porque no podemos permitir por ningún motivo que estas destruyan nuestro matrimonio, la relación con los hijos y a nosotros mismos, así como futuros prometedores, oportunidades laborales y, lo peor de todo, destruya nuestra relación con Dios.

*Consejero Familiar
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Al 8352-5000

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Mauricio Mora*

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Lunes 30 Noviembre, 2020

HORA: 12:00 AM

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