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Opinión

Agua potable en riesgo

Editorial

En Costa Rica nos damos el lujo de despilfarrar el agua y aunque entendemos que se trata de un recurso agotable, -no como nos enseñaban en la escuela- lo cierto es que abrimos el tubo y sin el mayor de los reparos lavamos el carro, regamos el jardín, en los días de sol sacamos la piscina, además para bañarnos y lavarnos los dientes usamos muchos litros y eso tarde o temprano nos pasará una cara factura. 

Ya se acerca el verano y si bien los expertos explicaron que llegará algo atrasado, hay que prepararse para los racionamientos y cortes del servicio, justamente cuando la pandemia promete una segunda ola en la que habrá que dar seguimiento a las medidas de aseo como el infaltable lavado de manos. 

Esa crisis sanitaria nos tuvo que hacer pensar sobre lo afortunados que somos al tener agua potable en nuestras viviendas, pero a la vez debe ponernos a meditar sobre lo que sucederá cuando ya no tengamos tal disponibilidad, sea por escasez en las fuentes del líquido o la contaminación.   

Costa Rica podría estar de cara a una crisis en el abastecimiento del preciado líquido, así lo reveló el reciente informe del Programa Estado de la Nación. 

El análisis plantea que cada vez se extrae menos agua de las fuentes superficiales y se recurre a mantos subterráneos, lo que genera impacto en los ríos Pacuare, Reventazón, Parismina, Tempisque y San Carlos.

“Según las estadísticas oficiales del AyA, en 2019, los manantiales del país experimentaron, en promedio, una reducción del 20%, por lo que afectaron en el caso de la GAM al menos a 500.000 personas que no tuvieron agua por períodos que fluctúan desde una hasta doce horas al día”, señala el escrito.

En el país, el 97,8% de la población recibe agua en sus casas, trabajos, colegios y el 93% agua de calidad potable, pese a ello se avecinan problemas. 

Se destacan datos delicados, el 91,9% de agua que se extrajo durante el año anterior fue para producir electricidad y solo un 20% se usó para consumo humano y la industria.

No todos en Costa Rica tenemos este tipo de servicio, existen aún familias que no pueden tomar agua del grifo, que deben ir hasta pozos para abastecerse y en cuyas comunidades no existe infraestructura para garantizar ni siquiera la potabilidad, eso es grave y discriminatorio. 

Tener acceso a este líquido es un derecho y así quedó estipulado internacionalmente el 28 de julio de 2010, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento. 

Pero el Estado de la Nación nos da cifras que nos aterrizan en una realidad poco conocida y hasta invisibilizada, hay cerca de 335.250 personas, un 6,6% de la población, que no tuvieron acceso a agua potable en el 2019.

Eso es una tragedia para decirlo de la forma correcta. El Laboratorio de Agua detectó que más del 50% de los vecinos de Oreamuno y Río Cuarto no tuvieron agua limpia para su consumo en el periodo mencionado. 

En otros lugares como Corredores, Osa, Jiménez, Parrita, Talamanca, Aserrí, Upala, Buenos Aires, Mora, Naranjo, Alajuelita, Desamparados, Matina, La Cruz y Santa Bárbara, menos del 40% de sus habitantes puede acceder a agua potable.

Hay datos más dolorosos de conocer y que nadie imagina, la mitad del agua que el AyA extrae se pierde y de hecho somos el sétimo país en la región latinoamericana que más agua no factura, entre los que nos superan están Chile, Uruguay, Argentina y Perú.

Esto es el colmo, el propio instituto lo sabe, pero no ha tomado las medidas urgentes para disminuir ese gasto y así poder hacer frente a periodos de sequía o estación seca. 

Si bien se trabaja en el proyecto RANC (Reducción de Agua No Contabilizada) que vale unos ¢110 mil millones, hay que ser conscientes de la necesidad de implementarlo, sin embargo Aresep reporta un severo atraso. 

Cuando vemos que hay asuntos urgentes que resolver en el AYA, no podemos dejar de pensar que sus jerarcas duermen el sueño de los justos y se enfocan en temas de poca monta como la compra de cámaras de seguridad por ¢2 mil millones, bolas antiestrés y paraguas por más de ¢100 millones, errores garrafales que costarán muchos millones más a la entidad por mala facturación. 

Ojo, no podemos bajar la guardia, el Instituto debe estar bajo la lupa, ver en qué está gastando tantísimos colones y por cierto mal ejecutados. Hace unos días advirtieron que mientras todo esto queda en segundo plano, a la vez se desatienden las necesidades urgentes que acabarán por lapidar el logro de llevar agua potable al 93% de la población costarricense.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Viernes 27 Noviembre, 2020

HORA: 12:00 AM

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