Un grupo de agentes de la Policía de Control de Drogas (PCD), revisan por escáner los contenedores en la zona de carga, un perro busca droga en medio de cajas de banano y piña y un grupo de oficiales de diferentes cuerpos policiales del Ministerio de Seguridad se preparan para realizan una peligrosa y arriesgada inmersión al mar donde permanecen anclados barcos cargueros.
Así transcurren los días en el congestionado puerto de Moín, Limón, desde donde salen miles de toneladas de productos para diferentes partes del mundo.
Estas acciones de prevención obedecen a que la producción de droga en Colombia está desbordada y parte de la ilegal carga en los miles de contenedores pasan por este puerto, donde los traficantes usan toda clase de métodos sofisticados para transportar cocaína.
EN ACCIÓN
Una vez que cada policía está en su puesto empieza la operación para detectar las cargas de estupefacientes mientras los otros oficiales están sentados frente a computadoras detallando los filtros de colores que identifican tonalidades para luego hacer la inspección física donde los paquetes de cocaína de un kilo viajan empacados al vacío. Normalmente estos los cubren con aceite quemado para confundir a los perros policías y con el troquel que identifica al grupo que recibirá la carga.
El operativo submarino es pocas veces visto por particulares por temas de seguridad, DIARIO EXTRA tuvo acceso a fotografías de un trabajo realizado en aguas del Caribe costarricense donde se originó una sospecha en un barco de más de cien toneladas de peso que se dirigía a Bélgica.
Los buzos antidrogas hacen la inspección y tras varios minutos no logran ubicar lo que se conoce como parásito (cilindro metálico cargado de droga) que se decía estaba pegado en el fuselaje de la embarcación que puede llegar a su destino con la ilegal mercancía.
Los valientes policías se capacitan cada mes con el fin de no perder práctica, no pueden dejar de hacer estas maniobras, por lo que trabajan en la oscuridad del mar, donde los narcos pegan la carga en una acción rápida a la barriga del buque.
La revisión se hace de babor a estribor y de proa a popa, debido a que en el carguero pueden esconder droga que va en tulas que pegan al fuselaje y luego zafan a la llegada de la ilegal carga.
Los policías deben salir cada 30 minutos para recuperar oxígeno del cuerpo y posteriormente volver a sumergirse, donde el riesgo de toparse cara a cara a los narcos es inminente.
Los policías buscan dañar la fiesta a un cartel, cuyos integrantes parecen no tener límites de recursos ni de ingenio para seguir traficando y así generar millonarias ganancias que muchas veces no logran disfrutar.
