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Opinión

¡No más violencia!

Editorial

Lastimosamente en los últimos meses cuando menos lo esperamos los medios publican la lamentable noticia de que otra mujer ha sido asesinada por la pareja, el ex o algún obsesionado.
Como país no debemos verlo como algo normal porque de lo contrario caeríamos al nivel de otras naciones donde la mujer no tiene valor. Todavía estamos a tiempo de tomar el toro por los cuernos y hacer que estos casos no se conviertan en cosa de todos los días.
Antes cuando se hablada femicidios mucha gente los asociaba con hombres, sin embargo con el paso del tiempo cada vez más mujeres son víctimas de este tipo de actos, ya sea porque son pareja de sujetos que andan en malos pasos o porque son ellas quienes tienen negocios turbios.
Es muy triste saber que 20 féminas murieron en medio de balaceras que en muchas ocasiones no iban dirigidas a ellas, pero lastimosamente estaban en el lugar equivocado.
Pero aún más lamentable es ver las estadísticas del Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, donde se destaca que hasta el 26 de octubre se registran 61 muertes violentas de mujeres. De ellas, 11 corresponden a femicidios, 9 son consideradas homicidios, mientras que 41 están bajo investigación para clasificarlas.
La violencia no debe tener espacios en los hogares, en los lugares de trabajo, en las calles, tampoco en las actividades diarias. No es una conducta justificable, menos si es por asuntos de género o edad.
Las agresiones a las mujeres no comienzan con ojos morados y cortes hechos con arma blanca, la muerte es el punto final de un abuso continuo que muchas personas observan, pero callan.
Germina en forma de descalificaciones, chistes aparentemente inofensivos, agresiones patrimoniales, abusos sexuales, escenas de celos, prohibiciones, limitaciones de dinero, insultos, desgaste emocional, manipulación, amenazas y burlas que van escalando hasta los actos de violencia física.
Lo peor de todos estos incidentes de violencia es que no solo afectan a hombres y mujeres, también se llevan en banda a niños que no tienen culpa de los actos de sus progenitores.
Costa Rica, al igual que otros países, lleva años conversando sobre la forma de mitigar o disminuir la violencia contra las féminas. Se creyó que creando penas de cárcel por agresiones los victimarios lo pensarían dos veces antes de actuar, pero, por el contrario, en una buena cantidad de casos al saber que los acusaron eso despierta la ira y la revancha.
Después las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales optaron por romper con los esquemas culturales desde la educación y la información, pero este proceso tiene sus yerros.
Es frecuente ver campañas que les dictan a las mujeres cómo actuar ante una agresión. Eso es muy importante para salvar vidas, pero si queremos hacer cambios deberíamos empezar por tomar en cuenta a los hombres.
Si bien los expertos en el tema hablan de igualdad de género, lo cierto es que gran parte de la formación e información que se da a las féminas en talleres, foros y publicidad estatal y privada se enfoca en cómo defenderse, pero nunca se aborda el tema de manera integral.
¿Qué es integral? Si un país desea erradicar o al menos disminuir las estadísticas de agresiones, lo más inteligente es incorporar al sexo opuesto, al que tiene los esquemas cuadrados, a los que denominan victimarios, a los hombres que han vivido de cerca el círculo de la violencia.
¿Por qué excluirlos si se puede trabajar en nuevas masculinidades? Claro está que siempre habrá gente que no quiere cambiar, que no desea someterse a procesos educativos transformadores, pero hay quienes sí asumirían nuevos roles, por eso se le denomina transformación.
Es necesario trabajar desde la casa, las aulas, los centros deportivos, las iglesias y otros lugares de reunión en la eliminación de la violencia contra mujeres, hombres, niños y animales.
Si bien la mayoría de denuncias proviene de mujeres que sufren agresiones, tampoco podemos dejar de lado que los hombres por el mismo patrón machista de la sociedad se reprimen y jamás saldrán admitirán en público que sufren violencia.
Costa Rica atraviesa momentos convulsos. Para nadie es un secreto que nuestra sociedad ha mutado en valores y costumbres, pero lo cierto es que no debe permitirse cualquier manifestación de este tipo, ni consentirse, pues guardar silencio solo promueve más de lo mismo.
Lo más triste es que la violencia ha aumentado no solo en el número de actos, sino también en la forma que se perpetra. Esos hechos cada vez son más sangrientos, muchos en la vía pública y frente a personas, sin que esto intimide o retraiga al agresor.
La denuncia debe ser una herramienta de protección, no de intimidación. Las víctimas tienen que acudir en busca de resguardo cuando las agreden y la gente no debe desentenderse cuando un familiar, vecino o allegado sufre este tipo de situaciones.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Jueves 29 Octubre, 2020

HORA: 12:00 AM

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