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Espectáculos

Hígado graso en jóvenes

El hígado es la glándula más grande del organismo, con un peso aproximado de 1.500 gramos. Entre sus principales funciones se encuentran el metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas; el almacenamiento y activación de vitaminas y minerales; la formación y excreción de bilis; interviene en la detoxificación de sustancias que incluyen medicamentos y alcohol, así como en funciones inmunitarias.
Un hígado puede verse afectado por distintas enfermedades, sin embargo nos centraremos específicamente en la enfermedad del hígado graso no alcohólica. Esta constituye un grupo de hepatopatías que comprende desde la esteatosis hasta la esteatohepatitis y la cirrosis. Se define por la acumulación de gotículas de grasa en los hepatocitos y puede dar lugar a fibrosis, cirrosis e incluso a carcinoma hepatocelular (Krause, 2014).
Las causas de la enfermedad del hígado graso no alcohólica pueden ser medicamentos, errores innatos del metabolismo y trastornos metabólicos adquiridos (diabetes mellitus de tipo 2, lipodistrofia, derivación yeyunoileal, obesidad y desnutrición). Sin embargo la enfermedad del hígado graso no alcohólica se relaciona con más frecuencia con la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2, la dislipidemia y el síndrome metabólico (Krause, 2014).
Anteriormente esta condición se asociaba a etapas avanzadas de la vida, personas adultas o adultos mayores, sin embargo con el aumento de la obesidad a nivel mundial en los últimos años es común que este padecimiento se manifieste en personas cada vez más jóvenes.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS?

Antes de la pandemia vivíamos en un mundo sumamente ajetreado y los horarios de trabajo muchas veces no permiten mantener horarios de comida. Además la exposición a productos ultraprocesados hace que nuestro cuerpo reciba cada vez más sustancias que, mal controladas, son muy perjudiciales para nuestra salud.
Al tener poco tiempo, en personas jóvenes es común el hábito de no cocinar y en vez de ello aumentar el consumo de comidas rápidas o ya preparadas, que suelen tener un alto contenido de grasas saturadas (no saludables), llenas de aditivos y productos químicos. Esto, aunado al sedentarismo, lleva a que la enfermedad del hígado graso no alcohólica se manifieste en personas menores de 35 años, incluyendo menores de edad (Assunção, 2017).
Actualmente, desde la pandemia por Covid-19, el sedentarismo ha aumentado aún más, en muchos casos de manera forzosa, por el incremento en la implementación del teletrabajo, las clases virtuales, el cierre de establecimientos para realizar deportes y en general el distanciamiento social.
Además factores emocionales como la ansiedad y el estrés pueden tener un impacto negativo en la alimentación de una persona.
Si los hábitos no saludables se mantienen, esta enfermedad puede progresar incluso a cirrosis, etapa terminal de la enfermedad del hígado y en la mayoría de los casos una condición irreversible.

¿CÓMO PREVENIR Y/O CORREGIR ESTA ENFERMEDAD?

1. Actividad física: no es necesario ser deportista para mantenerse activo, pequeños cambios pueden hacer la diferencia: caminar al supermercado, andar en bicicleta, preferir gradas en vez de ascensores, entre otros. Todo suma.
2. Disminuir el consumo de bebidas alcohólicas: aunque para esta condición no es la principal causa, sí puede agravarla, por lo que cuando una persona es diagnosticada debe suspender el consumo de bebidas alcohólicas.
3. Evitar grasas saturadas: están presentes en productos ultraprocesados, comidas rápidas y algunos snacks, entre otros.
4. Preferir el consumo de carnes bajas en grasa o elimine por ejemplo la piel del pollo, la grasa sobrante en la carne de cerdo o res y utilice métodos de cocción sin grasa o con muy poca.
5. Consumir grasas saludables: podría pensarse que si el problema es la grasa, no debería consumirla del todo, sin embargo las grasas saludables, poli y monoinsaturadas tienen múltiples beneficios para nuestra salud. Podemos encontrarlas en aguacate, aceitunas, aceite de oliva, maní, almendras y linaza, entre otras.
6. Consumir probióticos de manera constante: se encuentran en el yogurt, pero también en kombucha y kéfir, entre otros (Koutnikova, 2019).
7. Un adecuado aporte de proteínas en la dieta: es importante rescatar que cada persona tiene un requerimiento distinto y además que puede alcanzarse por medio de la alimentación, sin necesidad de suplementos.
8. Consumir frutas y vegetales: aportan vitaminas, minerales y fibra, que ayudan a mantener las funciones digestivas, inmunitarias y antioxidantes.
9. Evitar el consumo excesivo de azúcar: cuando esta se consume en exceso nuestro cuerpo la almacena en forma de grasa y esto empeora la condición en el hígado.
10. Asegurar siempre una correcta hidratación: es vital para todas las funciones de nuestro organismo.

*Colegio de Profesionales en Nutrición

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Dra. Mariela Gamboa Pérez*

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Lunes 28 Septiembre, 2020

HORA: 12:00 AM

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