No perdamos la paz
EDITORIAL
Costa Rica tiene ausencia de guerras, conflictos armados o enfrentamientos internos y externos. Hemos vivido más de 71 años sin ejército y la inversión en educación reemplaza el gasto militar.
La mayoría de los ciudadanos no conocemos los sonidos de los proyectiles, las marchas, ni tampoco los toques de queda.
Vivimos en calma, sin mayores sobresaltos que los provocados por el crimen organizado y la delincuencia común, los accidentes de tránsito son la batalla que lidiamos día con día.
Tenemos un premio Nobel de la Paz y nos conocen en el mundo entero por ser muy felices, aunque llevamos un par de años con los ánimos caldeados, desmotivados y hasta respondones, pues ya no queremos callarnos más las disconformidades.
Hemos perdido la paz y esto es grave, pues la estabilidad debe construirse, mantenerse y defenderse.
Así lo dijo Eleanor Roosevelt: “No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla”.
La paz puede perderse en un abrir y cerrar de ojos, ese es un riego latente y más si vemos el entorno actual, la crisis que vive el país, el sentir de los ticos, la inconformidad y los reclamos constantes al gobierno.
¿Pero qué es realmente la paz, esa palabra que los costarricenses nos encanta enarbolar, pero no sabemos defender?
La palabra paz proviene del latín pax (pacis), significa “acuerdo, pacto”. Es un estado de tranquilidad o quietud.
Un segundo concepto hace alusión al nivel individual y social, la paz es el estado ideal al que puede aspirar un ser humano y una sociedad. El ideal es una situación de equilibrio y armonía del individuo; es en realidad la ausencia de conflictos y luchas.
Justamente hace un par de días se conmemoró el Día Mundial de la Paz y la verdad una gran mayoría de personas le resta importancia a esta fecha, muchos no entienden el sentido más profundo de esa condición de tranquilidad y otros tampoco la valoran como una forma de vida idónea.
En un mundo convulso, donde la violencia aumenta a pasos agigantados y las guerras se cobran millones de vidas, Costa Rica da la posibilidad a sus habitantes de no tener que enlistarse obligatoriamente a un cuerpo armado, de elegir el diálogo a las armas, a la confrontación.
Ryoichi Sasakawa, un conocido político y filántropo japonés nacido el 4 de mayo de 1899 en Osaka, dijo en una de sus visitas a Costa Rica: “Dichosa la madre costarricense que sabe que su hijo al nacer jamás será soldado”.
Pero no se trata únicamente de no tener milicia. Los últimos meses Costa Rica ha venido enfrentando episodios de violencia social muy fuertes, con esto de la pandemia y el confinamiento la situación se torna más compleja.
El país está en una crisis fiscal y hay descontento social ante la falta de empleo, los precios más altos nos ponen como ciegos, para decirlo de forma directa: hemos perdido la paz, nos sentimos inquietos, molestos en exceso, perturbados.
Pero en medio de estas circunstancias debemos mantener la armonía. Que es difícil, pues sí, pero no podemos darnos el lujo de avanzar en la violencia.
Todos tenemos que aportar granitos de arena para seguir disfrutando de derechos y libertades; la independencia, la soberanía y la tranquilidad social, pues así como se forjan también se pierden.
Bien lo dijo el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti: “Donde haya un costarricense, esté donde esté, hay libertad”, pero debemos mantener las condiciones de respeto, solidaridad, tolerancia y amor. Todo esto es paz a su vez, de lo contario estamos cavando nuestra propia tumba.
En Costa Rica hablamos de paz con frecuencia, pero no se hace el trabajo diario por mantenerla, estamos cayendo presa del odio, la intolerancia, el egoísmo.
Meditemos, repensemos, analicemos esta situación en aras de mantener lo más preciado que por años hemos tenido y nos ha distinguido.
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
EMAIL: [email protected]
Miércoles 23 Septiembre, 2020
HORA: 12:00 AM
SIGUIENTE NOTICIA