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Opinión

El gran reinicio, la dificultad es política

Miguel Ángel Rodríguez E.* / Alternativas

La negociación para acordar un convenio de Servicio Ampliado del Fondo es una tarea urgente, difícil y demandante, tanto a lo interno entre las fuerzas políticas y los actores sociales y empresariales, como a lo externo con el FMI.

Técnicamente se debe escoger la combinación de medidas de disminución de gasto, aumento de ingresos, manejo de la deuda y disposición de activos que permita en las circunstancias postpandemia eficiencia y equidad en los resultados económicos: crecer inclusiva y aceleradamente. Para ello se dispone del instrumental de la economía y se cuenta con personas y modelos que nos permiten proyectar los resultados de las diversas combinaciones.

Los medios técnicos los hemos discutido por años y el gobierno tiene pleno conocimiento de ellos. Pero aplicarlos es un tema político.

Siempre es difícil gobernar. Es difícil porque se gobierna para grupos con intereses diferentes y a menudo opuestos y no se cuenta con todo el conocimiento necesario. Es más difícil gobernar en democracia, nos decía el gran político venezolano Arístides Calvani, lo que yo explico porque la adopción y la continuidad de las políticas públicas depende de poder conformar una coalición de actores que les den soporte y eso no es fácil.

En esta década gobernar es aún más difícil por la complejidad que han introducido las redes sociales con su formación de estancos separados y radicalizados y por la pérdida de aceptación pública en que hemos caído políticos, partidos, la propia democracia, las élites del conocimiento y hasta “la verdad”. Y en esta hora el Covid-19 nos ha empobrecido y las políticas públicas deben enfrentar esa condición que todos pretendemos rechazar y que no nos afecte.

Es una hora que demanda un liderazgo con proyección histórica. 

El presidente don Carlos Alvarado puede responder a ese llamado. Puede asumir el papel del conductor que aprovecha la grave crisis y las dificultades presentes para iniciar una transformación que nos conduzca a un renacer nacional, que se sobreponga a la modorra del inmovilismo y permita vencer los retos y los límites de la trampa de los países de ingresos medios, y nos conduzca a una verdadera prosperidad inclusiva y compartida.

El gobierno del presidente Alvarado ya ha realizado importantes avances como la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, el ordenamiento de las huelgas en servicios públicos, la facilitación del trámite parlamentario para la aprobación de leyes, el plan de descarbonización, la aceleración en la construcción de infraestructura vial y la propuesta del Tren Rápido de Pasajeros. Pero el reto actual es mucho mayor.

No es una tarea fácil.

Se requiere resolver de manera permanente y no con parches transitorios el desequilibrio fiscal. Es precisa una verdadera transformación de nuestra educación pública para que los jóvenes adquieran las habilidades que les permitan aprovechar las oportunidades que les brinde una sociedad libre y abierta al cambio y a la innovación. Es necesario establecer un nuevo esquema financiero y de beneficios de los regímenes de pensiones y de salud de la CCSS.

Para construir un modelo económico basado en eficiencia y equidad deben abrirse los monopolios públicos y privados, principalmente los que encarecen la alimentación de las familias más pobres. El Estado debe reformarse profundamente para que prime el interés del ciudadano y no el del burócrata, y para que los servicios públicos sean eficientes y prontos. Se deben abrir diversos caminos de inversión pública, privada y de alianzas entre ellos para dotarnos de la infraestructura del siglo XXI. Debe abrirse paso a la nueva economía limpia de energía renovable.

Un estado y un mercado hermanados por la productividad, inclusivos y al servicio de todos y no de unos cuantos son el ideal alcanzable por una gran transformación que aproveche lo mejor de las realizaciones de nuestro pasado y dé campo a las transformaciones a las que convocan la justicia, la solidaridad, la libertad y el conocimiento de nuestros tiempos.

Ese fue el camino por el que -frente a la crisis de los ochenta- optó el presidente don Luis Alberto Monge. Gran costarricense que supo dirigir la patria en momentos muy difíciles, unir al país para ser exitosos y cambiar los paradigmas de su partido para modernizar el país.

También puede el gobierno escoger una solución mediocre y cortoplacista que tire la pelota al gobierno que inicie en 2022.

De esta escogencia dependerá la valoración histórica de esta gestión. Pero mucho más importante, de esta escogencia depende el bienestar de los pobres de hoy y de las generaciones de mañana.

 

*Expresidente de la República

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Martes 15 Septiembre, 2020

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