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Opinión

Concertar para cambiar

Juan Rafael Lizano

Cuando me desempeñé como Ministro de Seguridad Pública fui testigo de una de las experiencias de concertación social más importantes en la historia del país. Traigo a colación este hecho porque creo que en el momento actual Costa Rica enfrenta la imperiosa necesidad de concertar para cambiar. Si no lo hacemos el país se precipitará en el abismo de sus cortoplacismos, de los abusos y egoísmos sectoriales y de las miopías políticas. No concertar es una perspectiva que no merecen los costarricenses, no la merece Costa Rica. 

1. Rendir tributo al pueblo costarricense: No hay más tiempo, “o nos unimos o nos hundimos”. Sí, debemos unirnos y ser generosos, unirnos y tomar decisiones, para de esa manera pasar la página difícil que estamos viviendo, y rendirle tributo al pueblo costarricense que en su inmensa mayoría ha sabido cumplir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y soporta sobre sus espaldas no solo los peores efectos sociales y económicos asociados a la pandemia, sino también la existencia de un sistema tributario que lo empobrece, le confisca los frutos de su trabajo y le impide desarrollar su potencial creativo y emprendedor. Trabajadores, empresarios, emprendedores, profesionales, cada costarricense está enfrentando la pandemia día a día, y la vence segundo a segundo, no de cualquier manera, sino trabajando, generando riqueza y cuidándose. 

La nación costarricense exige una nueva política: la política de la verdad y del desprendimiento, de la solidaridad efectiva, y no de los egoísmos sectoriales disfrazados de justicia. Estoy seguro de que el señor presidente de la República, los diputados y diputadas, los empresarios, sindicalistas, solidaristas, cooperativistas, religiosos y universitarios son conscientes de esta demanda, y que la sienten como propia en lo más profundo de su alma. Si esto es así, como creo que lo es, entonces pasemos a los hechos, aprovechemos la crisis para tomar decisiones más allá de aquellas que responden a necesidades presupuestarias inmediatas, y que nos lleven a un cambio social con libertad y justicia. Un cambio social que consiste, entre otras cosas, en modernizar al Estado y al gobierno, hacerlos más eficientes y excelentes; en elevar la productividad y competitividad del sistema económico; en disminuir el desempleo; y mejorar la calidad de la educación en todos sus niveles y modalidades.

2. Construir una voluntad común de cambio social: Nunca como ahora, desde que tengo memoria, había sido necesario hacer un llamado a empresarios, trabajadores, sindicalistas, solidaristas, cooperativistas, movimientos comunales, iglesias, colegios profesionales…a todos los intereses, todas las voces y todos los sectores sociales e institucionales del país, para que concurran en una nueva y profunda experiencia de concertación nacional. Debemos sentarnos a la mesa común para tomar decisiones compartidas y ejecutarlas.

3. Comisión de Concertación Nacional Multipartidista y Multisectorial: Convencido de esto apelo a la conciencia colectiva de los movimientos organizados de trabajadores y empresarios para crear unaComisión de Concertación Nacional Multipartidaria y Multisectorial. En el seno de esta comisión debe construirse la voluntad para el ajuste social y económico exigido por las actuales circunstancias. 

¡Que cada sector abandone su programa de objetivos máximos y se concentre en elaborar un programa de objetivos mínimos comunes!

¡Que cada sector entregue algo propio en la mesa compartida de la patria, y sea por ese acto de desprendimiento un poco mejor como organización y como movimiento!

¡Que todos abandonemos el culto al ego propio o de otros! Nada hace más daño a la convivencia pacífica que la egolatría, y nada ha fracasado más en la historia de la humanidad, que los delirios de grandeza de egos encumbrados e individualistas.

Costa Rica es una empecinada voluntad de convivir en libertad y justicia, y es en la unidad de lo diverso donde reside la posibilidad de derrotar a la pandemia, reactivar la economía y neutralizar los impactos sociales de la desaceleración económica.

Sentémonos en la mesa común de la concertación indispensable, escuchémonos con respeto, con espíritu crítico y autocrítico, y dispongámonos a construir acuerdos básicos de acción que nos conduzcan a la otra orilla en la ribera de la superación y del bienestar. No nos desgastemos en visiones electoralistas de cortísimo plazo. Que en esta hora de la historia los políticos sean políticos próceres, políticos visionarios, políticos humildes, cuyo único propósito consista en cooperar, como ciudadanos comunes, para que se mantenga incólume la paz social, el régimen de libertades y la democracia costarricense.

4. No cerremos el puño, abramos las manos: No cerremos el puño, abramos las manos, no llenemos las mentes y las emociones de violencias, convirtamos nuestras ideas y nuestras pasiones en instrumentos de luchas y victorias compartidas. Esta hora oscura de nuestra historia es el preludio de las alegrías que vendrán. Venceremos porque ya hemos vencido muchas veces en la historia, sabemos como hacerlo. Vencimos cuando nuestros “padres y madres” fundadores y fundadoras de la nación costarricense conquistaron la independencia nacional. Vencimos cuando en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, nuestros antepasados crearon el Estado de Derecho, el régimen de libertades, e impulsaron reformas sociales que dieron al país instituciones educativas y de salud. Hemos vencido durante doscientos años de vida independiente cada vez que un trabajador, un empresario, un emprendedor, se ha levantado cada mañana para trabajar, generar riqueza y llevar el sustento a sus seres queridos.

5. Con FMI o sin FMI ha llegado la hora del cambio: Durante muchas décadas hemos postergado los cambios necesarios para potenciar y desarrollar nuestro tejido empresarial y emprendedor. Los años han pasado y se ha consolidado una cultura plagada de burocratismos y de hipocresías ideológicas. Sí, el Estado y los gobiernos se han feudalizado en función de intereses creados sectoriales. La pobreza y la pobreza extrema se han estancado, y ahora experimentan un acelerado proceso de expansión; la desigualdad social ha crecido; la calidad de la educación se ha deteriorado; las clases sociales medias y profesionales se han endeudado hasta niveles insoportables, y las finanzas públicas son ejemplo de ineficiencia y despilfarro.

En esta circunstancia el gobierno de la República se prepara para iniciar negociaciones con el Fondo Monetario Internacional a fin de suscribir un acuerdo que permita paliar los efectos de la crisis, y emprender las reformas estructurales requeridas por la sociedad costarricense. Esas reformas estructurales deben realizarse con FMI o sin FMI.

En esta lucha no olvidemos nuestras raíces, apoyémonos en ellas:

“Hay que soñar el porvenir, desearlo, crearlo. Hay que sacarlo del alma de las actuales generaciones con todo el oro que allí acumuló el pasado, con toda la vehemente ansiedad de creación de las grandes obras…” (Omar Dengo).

¡El año de la catástrofe es también el año del cambio estructural, del renacimiento y la esperanza! Costa Rica vencerá, la libertad vencerá.

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Viernes 14 Agosto, 2020

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