¿Contribuye el Covid-19 al suicidio?
Dr. Humberto A. Aguilar Arroyo*
Sí y no. Respuesta muy ecléctica pero real.
Su incidencia como cualquier otro fenómeno externo a las voluntades humanas impacta la conducta individual y social. Sin embargo, una respuesta mucho más certera es: el Covid nodirectamente, sísus implicaciones colaterales.
El suicidio como tendencia social en nuestro país se ha entronizado en la vida cotidiana con una permanencia que inició con 2 cifras a finales de siglo XX y hoy se ha consolidado en 3 sin esperanza de que se reduzca.
Por ejemplo, para el año pasado, el total de suicidios fue de 302, ciertamente menor en 60 suicidios con respecto al 2018, no obstante, su tendencia ha sido mas próxima al incremento que al descenso.
Me llama la atención dos apreciaciones por los medios de comunicación y redes sociales. Ambas tienen que ver con el énfasis que le dan al suicidio por precipitación (lanzamiento principalmente de puentes); a la que ahora se suma una alocada expectativa de disparo del suicidio en jóvenes menores de edad producto de la pandemia.
Tal apreciación expresa una percepción totalmente equivocada sobre la tendencia suicidio génica, que contribuye a la angustia de los padres de familia que luchan ya con la pesada carga de la incertidumbre económica.
En este breve artículo me centraré en lo esencial, mientras que quienes se interesen por el tema pueden profundizar en mi estudio sobre el suicidio en Costa Rica: una visión sociológica de las dos últimas décadas.
En primer lugar, el suicidio si bien es un acto ejecutado individualmente, es una respuesta social con sentido. Es decir, intenta decirnos, mostrarnos algo que no anda bien en el consciente colectivo.
Basado en la consulta de fuentes estadísticas fidedignas sobre el comportamiento del suicidio, se puede asegurar que el acto individual suicida hoy es una tendencia social que podemos denominar suicidio génica.
Por tanto, insisto, el suicidio no es un comportamiento individual sino social, que se manifiesta en forma aparente como de exclusiva responsabilidad individual, lo cual es falso, aun cuando se nos dice que el suicidio es una acto voluntario y consciente del individuo. Esta “verdad” ha cumplido un rol mediático de exonerar la acción determinante de la sociedad, para presentar a la persona suicida como víctima y victimario.
Refiriéndome específicamente al móvil sobre las muertes por lanzamiento de puentes y edificios, debe decirse que estadísticamente este método de suicidio ocupa el quintolugar y es practicado más comúnmente por mujeres que por hombres, ya que los varones utilizan la horca y el arma de fuego como principales medios.
En segundo lugar, se está prestando atención a la depresión en jóvenes como si esta fuera una señal determinante y única del suicidio. Lo cual tampoco es cierto. Más del 90% de la población humana hoy sufre de angustia y depresión, pero dichosamente no todo angustiado o deprimido acaba en suicidio.
Por otra parte, el grupo etario de menores de 20 años no es el más vulnerable sino aquel comprendido entre los 29 a los 40 años, representando casi el 50% de la población suicida.
Tampoco podemos admitir la relación directa entre pandemia y suicidio, ya que el suicidio no es un comportamiento mecánicamente reflejo de las circunstancias.
Es un fenómeno extremadamente complejo, donde hoy las ciencias médicas y sociales no encuentran exhaustivas respuestas.
El consejo pragmático es mantener la calma, no creer de buenas a primeras aquellas noticias que, con la intención de beneficiar, por ignorancia, crean lo contrario.
*Sociólogo, Economista.
