Para derrotar al dragón de las mil cabezas
David Francisco Nani
Ya soplan los primeros vientos electorales. Partimos de una realidad: el PAC destruyó la economía, despedazó a las pymes, hizo al pueblo más pobre, se burló de los derechos humanos (tema UPAD, caso de Sergio Rojas, etc.) y no se cansa de hacer amagos totalitarios (el más reciente fue el “cuerpo de soplones” de la CCSS, siguiendo el estilo nazi y comunista). El PAC NUNCA debe gobernar de nuevo. Y sin embargo puede volver a ganar las elecciones, gracias a sus mecanismos conocidos. Otra victoria más del PAC y será el fin de la democracia costarricense. Pero ¿qué debemos hacer para derrotar a esta amenaza llamada PAC?
Primero, evitar ser un “anti-todo”. A ellos les beneficia el cliché de “todos los políticos son iguales”. Eso demuestra ignorancia, pues NO son iguales. Porque hay diputados que están luchando contra el PAC. Nadie puede igualar el excelente trabajo de Franggi Nicolas con el de Paola Vega, o comparar la buena gestión de Erick Rodríguez con la de Welmer Ramos. Congresistas opositores como Nicolás, Rodríguez y otros incluso se han dado a la tarea de proponer políticas serias (no como los platos de babas de Zapote), para resolver problemas. Si usted es un “anti-todo” tira por la borda el trabajo de quienes denuncian y proponen.
Vencer la apatía y el abstencionismo. La cosa más estúpida y más anti-patriota que alguien puede hacer es votar por el PAC. Y la segunda acción más idiota y más nociva es el abstencionismo. Si usted no vota estará permitiendo que las juventudes totalitarias del PAC, la siniestra división de troles que hacen gala del terrorismo del teclado, y otros, se salgan con la suya. Si nadie vota, a ellos les alcanza para ganar con tan sólo su grupúsculo de fanáticos.
Una tercera tarea es no creer los falsos juegos que el PAC inculca. En 2014 aquello de “o es el PAC o es el bipartidismo corrupto”, y en 2018 “o es el PAC o son los ‘ramashekos’ (sic) enemigos de los derechos humanos”. Una historia partidaria llena de cemento, de condenas penales por corrupción, de UPAD, de desinterés total por los pobres y por el conflicto indígena en Salitre, habla claramente. Dicho sea de paso, el tema del bipartidismo dista de como ellos lo pintan, con el bipartidismo se vivía mejor, el cambio fue para empeorar tremendamente.
Debe combatirse una estupidez que pregonan los troles afines al PAC, consiste en decir “no hay nadie por quién votar, sólo queda el PAC”. Desde el 2014 han repetido esto. Tras seis años y contando de calamidades sin fin, este “argumento” cae por su propio peso. La peor opción es el PAC. Es ridículo ver cómo los troles le endosan defectos inventados, calumnias, ideas falsas o simplezas a los demás, para descalificarlos, pero quieren que pasemos por alto las monstruosidades de su partido.
Un último aspecto lo constituye el romper con la dispersión partidaria. Si algo ayudó a que se consolidara el chavismo en Venezuela fue justamente el fraccionamiento de la oposición. Para efectos de esto debe pensarse en un frente de salvación nacional, cuando uso esta palabra me refiero a rescatar al país del totalitarismo y la ruina económica. Deben dejarse de lado tanto los oportunismos como las mezquindades. Es falso ese cálculo de que “el PAC ya está muerto, si yo fundo un partido hoy con tres individuos capaz y gano”. Eso es no entender la política. Y las diferencias deben limarse en aras del bien común. Debe formarse una coalición de partidos y actores políticos que se comprometan estrechamente con los valores democráticos, que elaboren agendas serias, y que se identifiquen con el bien general de la población, ese que tanto ha mancillado el PAC.
Para derrotar al peor partido de toda la historia costarricense se necesita claridad, crítica, información y compromiso. Elementos como los aquí explicados deben someterse a análisis, de cara a plantear una alternativa que derrote de manera contundente e inapelable al PAC en 2022. Las futuras generaciones reconocerán que en 2022 derrotamos a dicho partido de pesadilla, caso contrario nos reclamarán por dejar morir a la democracia de Costa Rica.
