Satrapía educativa y el efecto Ganoza
Prof. José Pablo González
Hay clases imposibles de olvidar, son aquellas que con sus acciones dejan huella en un educador. Esa es la paga y gloria de un docente, ver a sus alumnos triunfar. ¡Debemos volver a la formación humanista de la escuela normal!
Hoy, no es un arma ni un ejército lo que acaba con la ilusión de nuestros niños y jóvenes; muchos de ellos son asesinados diariamente por pandillas, vicios, por los mismos progenitores a través de una mala palabra, un abuso, la discriminación y la intolerancia.
Nuestros centros educativos en muchas ocasiones más que formar, deforman. El aula parece ser un espacio de cuatro paredes donde un plan de estudio es riguroso y solamente abruma al docente con trabajo excesivo, alejándolo de una enseñanza humanista.
Muchas veces en lugar de aprender se deben desaprender muchos hábitos y estereotipos, mientras, los educandos se convierten en jueces silenciosos donde muchos optan por ver, oír y callar.
No existe referencia, cada sección es distinta y en ella conviven personas distintas en su forma de pensar y actuar y todos merecen respeto en el salón de clase. No debe existir discriminación por género, raza o nacionalidad.
¡Qué aburrida sería la secundaria si todos los estudiantes fueran iguales! En un aula encontramos al cariñoso, al comprensivo, al tolerante, al creativo, al esforzado; también está el egoísta, el evasivo, el aislado, el improvisado, el olvidadizo y el rutinario. Al final no hay jóvenes malos como decía don Bosco, solo hay jóvenes a los que les cuesta darse cuenta que son buenos.
Usted como educador debe tener claro que no solo trabajará con treinta estudiantes, sino que también tendrá igual número de mentes y personalidades; todos diferentes entre sí. Mucho va a influir la confianza o el temor que usted les inculque, la comunicación que existe entre el hogar y con cada profesor guía.
Cada estudiante que se observe aislado, el que quiere ser el centro de atracción o el que aplica bullying son un foco de alarma de que algo ocurre en sus vidas. Tienen la necesidad de ser escuchados, que respeten su espacio y valoren su liderazgo. Los estudiantes risueños, detrás de su máscara son, muchas veces, personas tristes y agresivas en casa. Se cumple el dicho: «claridad en la calle y oscuridad en la casa».
La sociedad costarricense dice luchar contra el bullying, la realidad es otra, ayer Navas se abría una puerta en Europa, muy valiente exponerse a millones de fans a nivel mundial, hoy Ganoza trata de abrir puertas en el extranjero pero aquí se le sigue lapidando, muchos le llaman: El Brayan. Igual le ocurrió a Chavela, pobre llorona, igual suerte tuvo Carmen Lyra, tener que alzar vuelo, ni qué diga de José León Sánchez, fue México quien lo llevó al éxito. Elizabeth Odio Benito fue llevada a la Corte Internacional como magistrada, propuesta por el gobierno de Panamá. ¡Nadie es profeta en su tierra! La misma municipalidad de San José tiene culpa al enseñar que para valorar al artista costarricense debe irse y triunfar en el extranjero para dedicarle el Festival de la Luz.
