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Opinión

Priorizar, ahorrar, reestructurar y crear confianza, medidas urgentes para reactivar la economía

Rafael Ángel Calderón*

No es la primera vez que nuestro país enfrenta una crisis económica, pero en esta oportunidad se ve agravada por una emergencia de salud a nivel mundial que obliga a las autoridades a tomar en consideración variables que van más allá del factor meramente económico. No se puede minimizar el impacto socioeconómico que estamos enfrentando y mucho menos no tomar las previsiones para enfrentar las amenazas que se ciernen sobre nuestra economía. 

La recuperación económica y la atención a las necesidades sociales van de la mano y en ese sentido el gobierno, a través de las autoridades del Ministerio de Salud, la Caja Costarricense de Seguro Social y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, ha tomado medidas acertadas, pero costosas, para mitigar y contener el impacto de la pandemia y, al mismo tiempo, atender las necesidades de aquellos que han quedado desprotegidos y sin ingresos a través del bono Proteger.

Pero, ¿hasta cuándo podremos seguir financiando el sector público con déficits fiscales tan altos? La repuesta no puede ser solo nuevos impuestos, pues la situación económica de empresas, negocios y ciudadanos es cada vez más precaria.

Es innegable que el mayor reto que enfrenta el gobierno es planificar para un futuro que sigue siendo incierto, pues no sabemos a ciencia cierta cuánto tiempo más durará la emergencia de salud y hasta dónde podremos mantener el ritmo de apertura sin que haya un retroceso en el contagio. 

Lo cierto es que la pandemia nos llegó en el peor momento, con un déficit fiscal muy alto y con tasas de desempleo muy elevadas. Ambos factores ya de por sí difíciles de subsanar por una administración. 

De acuerdo con la proyección que nos ofrecen los economistas, la situación se agravará para fin de año, el déficit fiscal podría superar el equivalente al 10% del PIB y el desempleo podría oscilar, según algunos analistas, entre un 20% y un 30%, porcentajes que no recuerdo haber visto en el país jamás.

Como consecuencia de esta preocupante situación es predecible que la inseguridad aumente, así como la pobreza, la mala distribución del ingreso y la riqueza, la desnutrición y el descenso en la escolaridad, todo lo cual afectará, mayormente, a las clases menos favorecidas. 

Parece inevitable el incumplimiento de pago de nuestra deuda, interna y externa, lo cual traerá graves consecuencias para nuestra ya de por sí deteriorada situación económica, con efectos muy graves en las tasas de interés y el financiamiento futuros.

Mi mayor preocupación, sin embargo, está en que percibo en algunos sectores del gobierno una miopía con respecto a la crisis que estamos viviendo, pues, por una parte, se resiste a reducir el gasto público y, por otra, se sigue adelante con una gran cantidad de nuevos proyectos de infraestructura en la obra pública y la Seguridad Social, cuando es evidente que no tenemos recursos para ejecutarlos, a menos que se recurra a nuevos endeudamientos que, a mediano plazo, serán una carga más para nuestra endeble economía.

Comprendo la importancia de dichas obras y el deseo del gobierno de mejorar una infraestructura que ha estado en espera de renovación por muchos años, pero hay que actuar con cautela.

Vivimos una crisis económica, tal vez la más grave que ha vivido el país en su historia y se prolongará por mucho más tiempo, a menos que fijemos prioridades y busquemos aquellas vías que nos permitan, responsablemente, ejecutar los proyectos pendientes.

Una de esas vías debe ser recurrir a la concesión de obra pública, que ayudaría a crear empleos y reactivar el sector de la construcción. Debo insistir en que aquellas obras que no puedan ser concesionadas deberán ser pospuestas.

El Estado no tiene muchas opciones por las cuales transitar, es indispensable que el gobierno haga un esfuerzo por contener el gasto público, hacer una reingeniería de las instituciones y recurrir a las nuevas tecnologías para construir un Estado más ágil y eficiente, capaz de reenrumbarnos al camino del desarrollo.

También es fundamental que el gobierno genere suficiente confianza para que empresarios y consumidores aumenten su nivel de gastos e inversiones para crear ingresos y mejores salarios.

La próxima administración enfrentará una situación verdaderamente inédita y será necesario el concurso de todos los partidos políticos de ideología centro humanista para llevar a cabo un verdadero gobierno de unidad nacional, capaz de hacer a un lado intereses particulares y gremiales para vislumbrar juntos el futuro de nuestro país. 

Ruego a Dios ilumine a los dirigentes políticos para que, desde ya, comiencen la reconstrucción de nuestra economía, logrando acuerdos y anteponiendo el interés superior de los costarricenses.

 

*Expresidente de la República

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Lunes 01 Junio, 2020

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