Concesión y reestructuración de Japdeva no fue un asunto de conciencia
Msc. Roberto Soto Salazar
El 9 de mayo de 2009 escribí un artículo publicado en este mismo medio que titulé en su oportunidad “La concesión es un asunto de conciencia”. Hoy, casi once años después, me veo en la obligación de volver a tocar el tema y exponer que la conciencia nunca estuvo presente, nunca fue un eje transversal encriptado de humanidad.
Hago énfasis en conciencia y humanidad por cuanto el mayor activo de Japdeva fue y es el recurso humano, el cual hoy está sufriendo las consecuencias de la falta de previsión de quienes administraron en su oportunidad la institución, ya que el costo social ha sido muy alto por falta de previsión y políticas públicas.
La concesión de la carga en los puertos de Japdeva tuvo su génesis en el mal llamado plan maestro que se estuvo marinando durante casi diez años y no hubo visión para paliar las consecuencias de este, menos después de concesionada la carga de Japdeva.
La deuda con el pueblo de Limón nunca se ha saldado, esa tierra bendita y tocada por las manos de Dios, por donde ha fluido y fluye la mayoría de las exportaciones de Costa Rica, superando el 80%.
Hoy vemos a un Limón con altos índices de deserción en el campo de la educación, con uno de los mayores repertorios de desempleo y en donde la principal fuente de trabajo era Japdeva. Eso sin sumar los altos índices de delincuencia, los cuales, si por la víspera se saca el día, no creo que bajen al haber desempleo y por ende hambre.
El proceso de transformación de Japdeva nunca tuvo rostro humano, nunca honró el derecho de todos los trabajadores de ser informados de los avances y del proceso de reestructuración que se aproximaba. Todo fue por debajo de la mesa, bajo un ocultismo propio de la Edad Media, en donde solo unos pocos fueron los privilegiados.
Llegó la fecha, entró en operación la terminal APM y los que administraban Japdeva solo tenían propuestas y proyectos a futuro, nada en concreto. Hoy en día quedaron por fuera de Japdeva alrededor de un 70% -porcentaje conservador- que se vieron obligados a acogerse a las opciones que ofreció el gobierno y muchos todavía están esperando que cumpla el compromiso de pagar lo que se les adeuda y que se ganaron con el fruto de su trabajo.
La conciencia y la reestructuración se materializaron y resalta lo que había dicho en aquel momento, que el proyecto y la falta de visión iban a quedar escritos como una de las muchas páginas negras de nuestra historia.
