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Opinión

Trabajo digno para todos

Mons. José Rafael Quirós / La voz del Arzobispo

Este 1° de mayo, en el marco de la fiesta de san José Obrero, celebramos también el Día Internacional de los Trabajadores en un contexto de profunda incertidumbre en el campo sanitario, económico, político y social, que agrava la ya delicada situación del trabajo en Costa Rica.

El problema es global y la pandemia del Covid-19, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), afecta a casi el 81% de la fuerza de trabajo mundial, lo que equivale a 2.700 millones de trabajadores y el aumento del desempleo general, durante este año, dependerá de la evolución futura y de las medidas políticas que se adopten (Organización Internacional del Trabajo (OIT) Informe Covid-19), aunque dicho organismo presagia que en el segundo trimestre de 2020 haya una reducción del empleo equivalente a la pérdida de 230 millones de trabajos a tiempo completo.

Esta instancia, además, ha proyectado cuáles serán los sectores y actividades más y menos afectados, y de la larga lista que presenta, indica que las personas con mayor riesgo de quedarse sin trabajo por la pandemia son las que tienen problemas de salud, los jóvenes que ya enfrentan un elevado índice de desempleo y subempleo, los mayores de 45 años, las mujeres, los empleados independientes y los migrantes.

Urgen pues, políticas orientadas al estímulo de la economía y el empleo, la ayuda a sectores específicos y la protección de los trabajadores, pero sobre todo es urgente un diálogo social efectivo y concreto, que evite una falsa paz; es decir, “aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden” (Evangelii Gaudium n.218).

En otras palabras, no se trata de lograr “un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz”, pues “la dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios”. (Idem)

Nos corresponde a todos tutelar la justicia y la dignidad de toda persona, tanto en el mundo del trabajo como en los demás sectores de la población; debemos aportar soluciones.

De nuevo invito a todos a cultivar la esperanza cristiana, que no se confunde con el simple optimismo, porque desde la fe en el Señor Resucitado hemos de suscitar cambios profundos en nuestra vida, donde la solidaridad sea manifiesta, el egoísmo e individualismo queden en el sepulcro, y las ideologías den espacio a la razón y a los valores permanentes.

En tiempos tan críticos como los que estamos viviendo valga la ocasión para alentar a los responsables de la cuestión pública a esforzarse por dar nuevo empuje en los esfuerzos por dignificar toda vida.

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Martes 05 Mayo, 2020

HORA: 12:00 AM

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