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Opinión

¿Aprenderemos algo de la crisis?

Quisiera pensar que seremos un poco más conscientes de los errores en los que hemos ido cayendo al menos en los últimos 100 años. Imagino que la humanidad, después de la epidemia de la Fiebre Española, sufrió una crisis similar a la que estamos viviendo y se hicieron las mismas preguntas sobre el camino que llevaba la humanidad y lo que estaban haciendo con sus vidas.

Hoy, con más información y medios para difundirla, debiéramos aprender mejor la lección. Sin embargo, cuando veo que hay quienes se resisten a tomar las medidas recomendadas de aislamiento e higiene que han girado nuestras autoridades, no dejo de cuestionarme si en verdad aprendemos de la experiencia y de la historia.

Vivimos una crisis que jamás esperamos enfrentar y nos ha costado entender el peligro al que estamos expuestos y las consecuencias por venir, pues es indudable que, además de las secuelas sanitarias y los problemas económicos, las repercusiones sociales, laborales y educativas, entre otras, nos afectarán a todos por igual. 

Pero más allá de esa crisis está por verse si algo aprendimos de ella y si en el futuro cercano nos seguirá preocupando la salud del vecino, el cansancio del médico que atiende la emergencia, la angustia del amigo que perdió el trabajo o la soledad del abuelo que permanece aislado. Porque si pasada la emergencia llega a predominar la indiferencia, el egoísmo y la falta de solidaridad, no habremos aprendido nada.

Si la pandemia es capaz de ayudarnos a seguir valorando el trabajo de aquellos trabajadores, casi invisibles, que recogen la basura, que limpian los pasillos de escuelas, oficinas y hospitales, que arriesgan su vida en laboratorios, algo habremos avanzado como humanidad.

Los médicos, enfermeras y personal de salud que, con crisis o sin ella, siempre han estado ahí, expuestos al contagio y el estrés que les produce tener en sus manos la vida y la salud de sus pacientes, solo que hasta hoy parece que los vemos… al igual que los trabajadores del campo, que sin importar las condiciones climáticas o las crisis producen los alimentos que llegan a nuestra mesa.

En unos meses, cuando Dios mediante la crisis sanitaria haya pasado, posiblemente daremos por sentado el trabajo de quienes llenan los anaqueles de los supermercados, de quienes reciben de nuestras manos el pago en la caja registradora, de quienes suplen las carnes o producen el pan.

Ahí afuera suele haber un contingente de personas que velan por nuestra seguridad como las fuerzas policiales, los bomberos y los socorristas, que merecen nuestro permanente respeto y agradecimiento, no solo cuando estamos en problemas. Esta crisis nos ha evidenciado lo mucho que dependemos los unos de los otros, que ningún trabajo puede ser menospreciado, que todos cumplimos con un rol en nuestra comunidad y que solo trabajando juntos, en forma solidaria y responsable, podremos sacar al país adelante de la crisis que se avecina. 

Hemos sido obligados a permanecer en casa y conforme pasen los días iremos redescubriendo que, más que una casa, lo que realmente necesitamos los seres humanos es un hogar donde proteger a la familia, donde juntos orar con fe, donde tener tiempo para compartir nuestros miedos, nuestras esperanzas y sueños es una bendición. Donde el abrazo de un nieto lleno de chocolate jamás es rechazado y el beso de un ser querido es esperado con ansia. 

Un hogar donde sentarse a la mesa es una invitación a degustar la receta de la abuela, las galletas de la nieta o el platillo en el que unos picaron la cebolla, otros sazonaron el pollo y otros opinaron sobre la salsa en medio de risas y anécdotas. Un hogar donde se practiquen las buenas costumbres y con el ejemplo se enseñe a ser positivos, agradecidos y respetuosos de quienes hacen un esfuerzo por gobernar el país, de quienes generan riqueza para abrir fuentes de trabajo, de quienes se levantan para ir a la fábrica, la empresa, la oficina, la escuela, la universidad, el mercado…

El confinamiento también nos permitirá ir descubriendo que el Covid-19 es una oportunidad para poner de nuevo en perspectiva nuestra vida, nuestra escala de valores, nuestros propósitos. Una oportunidad para poner en perspectiva el valor de tener una familia a quien amar, un país al cual servir, una institucionalidad a la cual respetar, un trabajo que agradecer. No lo pedimos y tampoco lo esperamos, pero gústenos o no estamos obligados a hacer un alto y dependerá de cada uno de nosotros si aprendemos la lección y salimos de la crisis a construir un mejor país y un mejor mundo para todos.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 28 Marzo, 2020

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada

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