La herramienta equivocada
Deyvid Ribeiro*
¿Has utilizado alguna herramienta para un fin para lo cual no fue diseñada? Por ejemplo, usar un alicate para clavar un clavo. Al hacer tal hazaña, observamos que la actividad de clavar el clavo no se realiza tan fácilmente. O el clavo queda mal clavado o la pared quedará dañada.
Esto se debe porque se usó una herramienta inadecuada para la actividad, reduciendo la eficiencia de la actividad, sea por aumento del tiempo o por daños a los recursos utilizados.
La palabra “herramienta” proviene del latín, compuesta por ferrum (hierro) y el sufijo -mentum (instrumento). Mientras instrumento significa “objeto sencillo para ejecutar una actividad”. Por ende, herramienta es un instrumento de hierro creado para auxiliar a las tareas, aumentando así la eficiencia de la actividad. Para clavar el clavo eficientemente se creó el martillo, reduciendo el tiempo para clavar y logrando trabajo más limpio.
Las herramientas evolucionaron y alcanzaron diferentes nichos en las actividades humanas. No apenas tenemos herramientas de hierro, también las tenemos en madera, vidrio, hidráulicas, electrónicas y digitales. En el haber de las herramientas disponibles que facilitan y aumentan la producción humana, tenemos desde un sencillo destornillador hasta las computadoras.
Actualmente, las computadoras han logrado reducirse en tamaño y crecer en capacidad. Posiblemente usted esté leyendo este artículo desde un teléfono inteligente, que nada más es una computadora de gran potencia que cabe en su bolsillo. Desde el teléfono, no apenas podemos realizar llamadas telefónicas, también llevar con nosotros nuestro despertador, agenda, televisión digital, radio, consola de videojuegos, cámara fotográfica y video, editor de texto, brújulas y otro sinfín de aplicaciones. Es cierto, yo me olvidé de indicar que las herramientas digitales son conocidas como aplicaciones o app por sus siglas en inglés. Por lo tanto, podemos resumir que un teléfono inteligente es una navaja suiza de las aplicaciones. O sea, cuando bien usado, es una caja de herramientas digitales. Cuando no, es dispositivo dañino para las personas.
¿Cómo así, una herramienta puede hacer daño a las personas? Obviamente que sí. El cuchillo fue creado para facilitar los cortes, sin embargo, infelizmente algunas personas lo usan para causar daño físico a otras personas. De la misma forma, que un teléfono inteligente, como herramienta, puede ser usada para causar daño. En este caso, en la mayoría de las veces, el daño es en contra del propio usuario.
Hay varios estudios que concluyeron que el uso excesivo de los celulares aumenta el aislamiento social, reduce la productividad, genera alineación, aumenta el sesgo de la confirmación, afecta negativamente las relaciones familiares, aumenta la depresión, ansiedad y la sensación de soledad.
Cada vez más, se hace común observar que las familias, cuando están reunidas, ya no logran entablar una conversación fluida sin consultar a cada rato la pantalla de su aparato celular. En las calles se observan choferes conduciendo mientras envían mensajes de texto, aumentando el riesgo de accidentes para él y para otros. Además, el colmo de uso excesivo es cuando dos personas se comunican frente a frente vía alguna aplicación de mensajería de texto.
La comunidad médica ya bautizó un término para las personas que padecen la psicopatología del uso excesivo del celular. La “nomofobia” que es el pánico desmesurado de no tener el celular cerca. Un estudio realizado en Reino Unido demostró que 53% de los usuarios de teléfonos celulares padece de esta patología. El mismo estudio concluyó que las personas dedican en promedio hasta 5 horas diarias para consultar su celular. Por otro lado, datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la distracción generada por el celular es peor que los efectos del alcohol. ¿Ya se imaginó qué se podría lograr aplicando este tiempo en actividades productivas, sociales o intelectuales? Aquí podemos citar algunas: lecturas de libros, jugar con sus hijos o familiares, practicar deportes, pensar en mejorar alguna actividad productiva, descansar de verdad, ver una película, visitar algunos amigos, atender atenciosamente a su cliente, finalizar aquel reporte que está atrasado, entre otras.
Para finalizar, el teléfono inteligente es una gran herramienta del siglo XXI que está siendo usada de manera equivocada. En analogía dada al inicio de este texto, la mayoría de las personas están clavando el clavo con un teléfono.
*Profesor en Sistemas de Gestión
