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Opinión

Adultos en deuda

EDITORIAL

Nadie nace aprendido en ninguna área de la vida. Con el paso del tiempo se conoce un poco de todo a punta de práctica, aparte de que muchas veces a prueba y error vamos agarrándole el toque a las cosas.

Entre los asuntos de la vida que no sabemos destaca la función de ser padres, pero el amor y las ganas de hacer las cosas lo mejor posible nos llevan a intentarlo todos los días.

Sin embargo, el no nacer aprendidos no puede desembocar en que les hagamos daño a los menores ni mucho menos a portarnos negligentes con ellos y su crianza, pues, como hemos visto últimamente en los medios de comunicación y en las redes sociales, en el país hubo casos realmente de horror.

Es duro leer la carta que escribe una niña donde detalla la gran cantidad de cosas malas que le hace su mamá, desde que le pega, le bota sus cosas hasta el hecho de que la acuesta sin hacer comida, por lo cual se duerme con un dolor en su pancita por hambre.

Lo que más preocupa es: ¿por qué si en este caso hay papá responsable que la ama y quiere lo mejor para ella las autoridades no hacen nada para dársela? ¿Como no hay nadie que, luego de ver esa carta, haga hasta lo imposible por sacar a esta niña del infierno en el que vive?

Luego se da el caso de la niña que, en lugar de ir en su silla de seguridad en el carro en el que se desplazaba, se encontraba en los regazos de una persona, con tan lamentable desenlace de que la puerta se abrió, ella cayó del vehículo en movimiento y falleció producto de los golpes recibidos.

No queda más que preguntarse: ¿dónde quedó el sentido de responsabilidad de los adultos que iban con esta menor? Estos debían de haber tomado las previsiones del caso para que la pequeña fuera en la silla que recomiendan las autoridades para evitar ponerla en peligro. 

Otro caso que nos trae los pelos de punta se da cuando una mujer sube a sus redes sociales pantallazos de presuntos mensajes que le manda su expareja y padre de su hijo, el cual asegura que los matará a ambos.

Como si esto no fuera lo suficientemente aterrador, el tipo le escribe que va a matar a su pequeño para vender sus órganos y obtener dinero. Nos preguntamos: ¿en qué cabeza cabe hacerle daño a un pequeño, y peor aún siendo sangre de su sangre?

Es urgente que, como adultos, tomemos el toro por los cuernos y, si hay personas tóxicas y/o peligrosas a nuestro alrededor nos alejemos de ellas lo más pronto posible, pero lo más importante es poner en un lugar seguro a los más pequeños de la casa, no seamos cómplices de atrocidades.

Siempre existe el riesgo de que ocurra un accidente por un descuido de un segundo, pero el problema es cuando se producen porque a los padres no les importa lo que hacen sus hijos. Los dejan a merced de las eventualidades y ni siquiera se toman el tiempo de ver que estén bien.

Muchos pensamos que casos por negligencia de los progenitores se producen poco, pues se supone que ellos son los encargados de velar por que los pequeños estén bien.

Sin embargo, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) tiene datos que llaman a la reflexión en cuanto a si la labor como padres de familia la estamos cumpliendo a cabalidad.

Lo más preocupante es que, según las autoridades, esta es la segunda causa de denuncias ante el PANI luego de la violencia intrafamiliar, donde también se ven afectados los pequeños de la casa.

La institución estatal recibió más de 11 mil denuncias por concepto de negligencia en la salud de los menores; es decir, los papás no están llevando a sus hijos a las citas de control, no les consiguen medicamentos y descuidan el problema de la alimentación, sin contar graves descuidos que desembocan en percances.

Si vemos estos datos con respecto a todo 2017, los datos más actualizados, hay un incremento considerable (el año pasado el PANI recibió 9.776 denuncias), y son cifras que realmente preocupan a la población. En especial porque aún faltan los nuevos censos, así que esta cifra claramente puede aumentar.

Las autoridades deben estar alerta de esos datos, pero también, como padres, urge hacer conciencia sobre la calidad de vida de nuestros hijos porque al final somos responsables de ellos.

Los adultos debemos generar orientación y dirección en los pequeños para el ejercicio de sus facultades hasta que alcancen plena autonomía.

Podemos verificar que en este país se está jugando con uno de los elementos más sagrados: la salud de los chiquitos.

Una de las constantes dudas y quejas que se escuchan por parte de los padres de familia en torno a la labor del PANI consiste en la falta de seguimiento a los casos denunciados.

Es comprensible que la institución cuente con poco personal y a veces los recursos puedan resultar insuficientes para la atención de efectivos programas sociales o de concientización; no obstante, siempre hay que actuar.

Que las denuncias no se queden en papel, muchas veces no se ven graves las situaciones, más el seguimiento debe tornarse permanente. La calidad de vida de nuestros pequeños se encuentra en juego y los papás debemos velar por garantizársela. Al final ellos son el futuro y merecen una vida plena.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Martes 28 Enero, 2020

HORA: 12:00 AM

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