Una mujer de apellido Membreño Guardado fue sorprendida y detenida con un taco que contenía 97,8 gramos de marihuana, el cual llevaba en su vagina, cuando intentaba ingresar al centro penal Jorge Arturo Mora (La Reforma), en San Rafael de Alajuela.
Uno de los perros de la Unidad Canina reaccionó ante la presencia de drogas y, al verse descubierta, la sospechosa dijo que unas personas la contrataron para llevar el estupefaciente y que tenían a su bebé de 45 días de nacido secuestrado en un carro a las afueras de la cárcel.
Al parecer, el recién nacido sería entregado a la madre de nacionalidad nicaragüense, una vez que completara la entrega de la droga en el ámbito E, donde está un privado de libertad de apellido Montero, este en apariencia se encargaría de recibir el paquete para comercializarlo con sus compañeros.
La Policía Penitenciaria dio con el carro y detuvo a sus ocupantes de apellidos
Hernández (mujer) y Gutiérrez, quien purgó una condena de 14 años por venta de drogas, homicidio simple y robo agravado.
Los tres adultos quedaron a las órdenes del Ministerio Público, mientras que la bebé quedó en manos del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
La Policía Penitenciaria tiene conocimiento de que organizaciones criminales contratan personas para llevar todo tipo de droga a los diferentes centros penitenciarios del país.
Según las autoridades carcelarias, el caso revela que las estructuras de narcotraficantes se aprovechan de personas vulnerables y en necesidad, principalmente femeninas, para continuar con sus negocios aún dentro de las rejas.
BURRA REVELA DETALLES
DIARIO EXTRA estuvo en una vivienda donde se reúnen los miembros de la agrupación y conoció detalles de la operación que realizan todas las semanas, no pueden tener ni un despiste para que el encargo “sea coronado”.
La que lleva la voz cantante es una extranjera cuya identidad nos reservamos, quien por motivos de seguridad detalló cómo se juegan el pellejo cada vez que llegan al centro penal, donde las espera uno de los líderes de ámbito.
“Utilizamos papel carbón, un pedazo de tape (cinta adhesiva) que se coloca en el contacto del celular para que no sea rastreado por el detector que usa la paca, luego lo envuelve y sella con la cinta.
Luego lo meto en dos condones (para que no se rompa), se le hace un nudo y se introduce en la vagina, dejando una parte guindando para posteriormente jalarlo para que salga cuando llega a su destino”, explicó.
Esta mujer agrega que, cuando necesita dinero, lo hace hasta tres veces por semana, donde trabaja con otra persona y le dan celulares o tacos con droga.
“Desde que salgo de la casa me lo meto, de camino a la cárcel se va acomodando, cuando es marihuana es más sencillo ya que se compacta mejor. Entre más grande sea el aparato, más cara cobra uno. En algunos casos me ayuda la paca.
El jachudo es el que da el permiso para que otro reo tenga celular o venda algún tipo de estupefaciente y le tiene que meter uno, siendo este el primero en burlar la seguridad. Por la metida se cobra en promedio ¢100 mil como mínimo, no existen terceras personas”, detalló.
NERVIOS DE ACERO
La extranjera asegura que son tantas las veces que ha hecho esa ilegal jugada que no le da frío ni calor. Estas personas, a quienes se les conoce como “burras”, agregan que cualquier ámbito es bueno.
“La mayoría de clientes llega a la casa y paga la mitad hasta en dólares y por adelantado. Si no pagan, no se da el encargo. Ahora los teléfonos son grandes, por lo que han pagado hasta ¢400 mil por un P10 y la droga es muy solicitada, ya que la mayoría de reos son adictos.
En ocasiones se pone a personas adictas con pocos puros para que ‘se caiga’ y pueda pasar ‘el barco’ grande”, comentó.
El Periódico de Más Venta en Costa Rica supo que estas personas se embolsan alrededor de ¢6 millones por año introduciendo droga, celulares y sus accesorios.
