¿Hasta dónde llegaremos con la inseguridad?

EDITORIAL

Apenas han transcurrido los primeros 10 días de setiembre y ya se suma la pérdida de 10 vidas producto de balaceras en diferentes partes del país. La cifra alarma pues, de continuar esta tendencia, para final de año podría duplicarse la cantidad de asesinatos reportados el año anterior.

Sería muy lamentable que se volviera a aquellos días de terror que se vivieron hace unos años en lugares como Desamparados o Limón, cuando a diario se reportaba al menos un muerto de forma violenta.

Hay que reconocerlo, el narcotráfico y el lavado de dinero nos sacaron de la zona de confort en que vivíamos hasta hace pocos años, poniéndonos a las puertas de una realidad a la que no estábamos acostumbrados y a la que, en definitiva, no podemos ni debemos acostumbrarnos.

Es urgente la acción de las autoridades para desmantelar estas bandas porque, claramente, esos asesinatos son producto de guerras entre narcogrupos en aras de extender sus dominios. Los llamados “cobronazos” por deudas que algunas veces hasta tienen que ver con pleitos de faldas, están dejando una estela de muerte que incluso están dejando víctimas colaterales; personas inocentes que pagaron con su vida el estar a la hora y en el lugar equivocado.

El problema se ha extendido por todo el país, pues en el momento y en el lugar menos pensado se generan balaceras en las cuales todos corremos riesgo.

Ahora ya nadie se salva de este peligro, pues hasta en los barrios más exclusivos se dan casos frecuentes ya que los delincuentes que escalaron posición económica con dinero mal habido se han ido a habitar en esos residenciales.

De las situaciones más preocupantes que debe encender las luces de alarma, es que los gatilleros accionan sus armas sin importar si alrededor hay niños que aún tienen toda una vida por delante; tal como sucedió el pasado sábado cuando hirieron a una pequeñita que venía en carro con una amiguita en compañía de unos adultos.

Es así como ahora sí que estamos frenados en dejar a nuestros hijos a hacer las cosas que les gustan, ya que al parecer en ningún lugar están seguros.

Entre otras lamentables situaciones hemos observado con pavor como individuos involucrados en el hampa se pasean con sus hijos menores de edad exponiéndolos a este tipo de situaciones, como sucedió el domingo con la balacera en Hatillo donde un pequeño iba en la parte de atrás del carro en que viajaban dos adultos que fueron acribillados por un gatillero, uno de los cuales era su padre. Milagrosamente este pequeño logró salir ileso del atentado, pues reaccionó tirándose al piso del vehículo, pero de lo contrario el resultado la historia hubiera sido otra.

Este tipo de situaciones nos enseñan a proteger la vida de nuestros hijos, ya que por más buenas personas que parezcan a quienes se los confiamos, nunca se sabe por dónde brinca la liebre, pues caras vemos pero corazones no sabemos.

Muchas veces confiamos en personas que aparentan conductas sanas, pero en el fondo desconocemos en qué negocios andan.

Estos datos alarmantes deben hacernos poner las barbas en remojo. No hay que bajar la guardia, la seguridad es un tema de todos y poco pueden hacer por sí solas las autoridades si los ciudadanos no denunciamos a las líneas confidenciales a quienes observamos en actitudes sospechosas.

Costa Rica tiene que hacer grandes esfuerzos para revertir el efecto de la violencia; el Gobierno no puede dejar de lado la inversión social, debe mejorarse la calidad de la educación y la seguridad, también el tema de la migración requiere de una intervención urgente.

Es un trabajo integral que necesita de recursos humanos, técnicos y económicos, pues, si no se actúa con celeridad, los efectos del deterioro social se tornarán cada vez más costosos.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Miércoles 11 Septiembre, 2019

HORA: 12:00 AM