Cosas irónicas de nuestra sociedad costarricense
Osvaldo Corrales Jiménez*
En Costa Rica, nos asustamos por una serie de hechos, como la sostenida crisis económica posterior a 1970 por culpa de los malos gobiernos, además, nos asustamos porque el puente de la platina tardó mucho en ser reparado o modernizado o que el Conavi vende repuestos y carros en situación irregular, otras veces nos sorprendemos cuando vemos que ahora muchos delincuentes se meten de policías, entre tantos aspectos.
Sin embargo, el pueblo de Costa Rica ya debe acostumbrarse o entender que, desde el siglo XIX, tenemos una mentalidad de imprevisión, improvisación e indiferencia al verdadero desarrollo, o incluso somos individuos que pretendemos que los demás hagan lo que es nuestra responsabilidad hacer. Entonces, reiteremos la pregunta, ¿por qué nos asustamos?
Por otra parte, actualmente circula la idea de que las comunidades lésbico-gais son víctimas de discriminación y maltrato. Sin embargo, eso es relativo, pues esos grupos en este momento gozan de una serie de derechos ciudadanos o sociales. Es más, hasta el mismo seno de la Iglesia Católica en Costa Rica en varios casos ha encubierto a sacerdotes homosexuales y pedófilos. Cosa distinta sucede con las mujeres que aún son víctimas de acoso sexual, discriminación y atropello en lo laboral, pues muchas son expuestas a trabajos peligrosos o extenuantes; y otras son asesinadas por parte de sus esposos y concubinos.
La violencia contra ellas se ha ensañado al punto de crecer anualmente las víctimas femeninas. Y, ante tales cosas, pese a denuncias, en la mayoría de veces el Inamu se envuelve en tecnicismos o se “hace de la vista gorda”, y todo queda impune.
Entre otras formas de agresiones, se tiene el famoso bullying en centros educativos entre alumnos, o de parte de los educadores. En el caso de las creencias religiosas, la fe cristiana y sus aspectos morales, están amenazados por la intención de la oficializar el Estado laico y de prohibir cualquier “servicio religioso” o culto a Dios. Es más, hasta se quiere desterrar de las escuelas la enseñanza religiosa; de hecho, se han dado casos donde los mismos maestros o profesores han amenazado a los alumnos que intentan evangelizar a sus compañeros, mediante el regalo de ejemplares del Nuevo Testamento, pese a que nuestra carta magna sostiene que se deben respetar las libertades de culto, y pensamiento.
Prosiguiendo con más hechos irónicos, recordemos los escándalos de corrupción pública (Fondo de Emergencias, ICE-Alcatel, Caja-Fischel, cementazos, yamberazos), donde, después de polémicos y dilatados procesos judiciales, al final de cuentas los principales implicados son absueltos tras una serie de malabares jurídicos. Entonces, algunos que en dado momento fueron cuestionados, luego salen con caritas de santos hacia el santuario de la Virgen de los Ángeles a dar gracias por el resultado absolutorio.
A pesar de todo lo anterior, en Costa Rica nos ufanamos de decir que somos el país más feliz del mundo, y el más democrático de América, ¡vaya falacia!
*Comentarista de temas cotidianos
