Soy un hombre separado de 32 años. Yo aprendí que el amor se apaga, que uno empieza bien y al cabo de un tiempo las relaciones se vuelven un infierno. Por eso ahora solo vivo pequeños romances. No soy de esos hombres que buscan a una mujer solo por sexo, pero en el momento en que empiezan los problemas simplemente termino la relación. Hay parejas con las que he durado hasta cuatro meses, pero a los celos y las mujeres posesivas les hice la cruz. Mis compañeros dicen que soy incapaz de formalizar, pero yo no lo veo así.
En nuestra sociedad recientemente se ha observado cómo son cada vez más las personas que han perdido la fe en las relaciones a largo plazo. Se esgriman múltiples razones, algunos fueron víctimas de una decepción amorosa, otros vivieron en la infancia el infierno de un vínculo traumático entre los padres, otros han visto cómo hermanos y allegados se han hecho mucho daño en el nombre del amor y están aquellos que no se imaginan sobrellevando las responsabilidades de una relación estable y ni qué decir de una familia.
Está claro que en una sociedad pluralista como la nuestra cada quien vive su vida a su manera y siempre debe imperar un aura de respeto. Por un lado, es bueno que las personas no se sientan obligadas o presionadas a crear vínculos para los cuales no se sienten preparadas, de igual manera, no está bien que en el nombre del amor muchos aguanten vejámenes y sufrimientos.
Por otra parte, no está bien que una experiencia desagradable nos deje tan vulnerables que ante el menor diferendo se dé por terminada una relación incipiente. Parte de la magia del amor reside precisamente en aprender formas loables de resolver las diferencias, sin que se minen el amor y la estabilidad del vínculo. Desde luego, eso es tarea de dos, y sobre todo de dos que antepongan el bien de la pareja a la desconfianza y la posesividad, características de la inmadurez.
PERIODISTA:
CRÉDITOS: Dr. Mauro Fernández
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Sábado 04 Mayo, 2019
HORA: 12:00 AM
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