El préstamo por cerca de $31 millones, equivalente a unos ¢18 mil millones al tipo de cambio actual, para la restauración y protección del Teatro Nacional sigue encontrando cada vez más detractores.
Ofelia Sanou es arquitecta e historiadora de la arquitectura, por lo que conoce al dedillo de lo que se trata conservar y proteger un edificio histórico y cuándo, por el contrario, se quiere cambiar.
En el caso del préstamo mencionado, desde la óptica de esta profesional lo que ocurre es exactamente lo último, es decir, se están incluyendo cosas que no son necesarias realmente para la protección del Teatro, por lo que se trataría de modificaciones al edificio patrimonio nacional.
“Cuando se propone quitar ciertos elementos supuestamente para hacer los trabajos, que no son necesarios, para proteger el edificio de incendios, cuando los vuelven a poner ya no es el mismo, ya hay una modificación”, explicó la arquitecta.
Es por eso que se podría caer en una figura llamada Falso Histórico, en otras palabras, se permitiría que el teatro sea cambiado por los trabajos que se quieren hacer.
“El Falso Histórico es cuando algo se destruye y luego se vuelve a reconstruir, un ejemplo es la Casona de Santa Rosa, pero este fue legitimado porque se destruyó por un incendio y se volvió a hacer por la importancia que tiene para los costarricenses”, comentó Sanou.
En el caso del Teatro, el préstamo se ha justificado por el tema de los incendios y cambios de instalación eléctrica, pero también se habla de cosas que van más allá.
“Por ejemplo, están metiendo la automatización de la mecánica teatral, eso ya no es contra fuego, es hacer un teatro nuevo, quieren cambiar la tramoya de madera por una metálica automatizada, eso no es conservación”, enfatizó Sanou.
Es decir, que bajo ese pretexto entonces se quieren hacer obras que no son realmente necesarias para garantizar la protección, sino que simple y llanamente se quieren hacer modificaciones.
“Ellos no han presentado una auditoría o un estudio que demuestre que realmente esos trabajos son necesarios, porqué no los muestran, lo tienen muy calladito”, cuestionó la arquitecta.
Ante estos señalamientos, es la Dirección de Patrimonio Nacional la que debería intervenir y valorar para saber si las obras cumplen con los reglamentos de patrimonio y si son necesarias, es decir, no representan un cambio a una infraestructura que se debe proteger.
