Viernes 19, Abril 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

En Costa Rica no sobra ninguna mujer

Editorial

Resulta muy duro darse cuenta que, en menos de 24 horas, dos madres de familia murieron a manos de quienes prometieron cuidarlas para siempre, pues qué complicado es entender que quien jura amor eterno a una mujer termine por arrancarle la vida.

Qué gran pesar produce saber que dichas féminas dejan un gran vacío es sus familias, pues eran madres, esposas, hijas y tías, pero sobre todo mujeres luchadoras que siempre le pusieron bonito para salir adelante y que, sin lugar a dudas, no merecían terminar como lo hicieron.

Pero, independientemente de quiénes hayan sido estas mujeres, nadie tenía derecho a quitarles la vida. Hombres, si ven que ya no pueden vivir con su pareja, lo mejor es que se vayan de la casa. No comprendemos por qué la gente no entiende que no hay motivo válido para desgraciar la vida de otro ser humano y las de quienes le rodean, incluyendo al mismo hombre que comete el hecho.

Quisiéramos creer que lo sucedido a estas dos parejas fue algo del momento, que un instante de ira cegó al varón llevándolo a llenarse las manos de sangre, y no que se cumplió aquel dicho de que “tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”. 

En otras palabras, ojalá que los lamentables hechos no constituyeran el desenlace de una serie de agresiones por parte de los sujetos que hoy deben dar cuentas a la justicia. 

Lo anterior debido a que, en la mayoría de los casos de femicidio que se producen en el país, existen antecedentes de denuncias, ya sea de las mismas víctimas, así como de vecinos o conocidos que no pudieron aguantar ser cómplices de las agresiones y entonces deciden llamar a las autoridades. Sin embargo, se sabe que en muchas ocasiones estas acusaciones no terminan en nada.

Cuando ocurren estas desgracias, aparte de sumar una muerte a cuestas, los agresores también deben andar huyendo, porque eso sucede por lo general: los asesinos de sus parejas sentimentales cometen el femicidio y toman la decisión de escapar para no asumir las consecuencias de sus actos.

Es sumamente lamentable ver las cifras: de 2013 a 2017 han muerto a manos de sus esposos o compañeros sentimentales 171 mujeres que dejan un gran vacío en sus seres queridos, quienes, pese al paso del tiempo, no terminan de extrañarlas.

Y también nos corresponde subir la guardia: en este 2018, contabilizamos 18 mujeres menos debido a esta trágica manera de dejar este mundo.

Constituye una llamada de atención que nos estemos acostumbrando a las historias de femicidios, las cuales van acompañadas de hechos de violencia; las víctimas deciden callar durante mucho tiempo, ya sea por miedo, por el qué dirán y hasta por amor. Tampoco ayudan mucho los allegados que se mantienen en silencio, convirtiéndose en cómplices de los agresores.

El problema de esperarse mucho tiempo es que, ya cuando toman la decisión de denunciar, parece como si liberaran una bestia que busca venganza y, a pesar de que les imponen medidas cautelares a estos hombres, se las ingenian para acercarse a sus futuras víctimas, aprovechándose para matarlas casi siempre con el pobre pensamiento de que “si no es mía no será de nadie”, o quizá como una manera de demostrarse cuál es el “sexo fuerte”, aunque por lo general ni siquiera miden las consecuencias de estos actos que al final pagan con cárcel.

Además, cuando tienen familia, no piensan en los niños o adolescentes que se quedan sin su madre, que fue asesinada, pero también sin ellos, porque deben de ir presos y estos menores quedan a la deriva, en espera de la buena voluntad de algunos familiares que quieran dejárselos para terminar de criarlos.

Ni tampoco analizan que todas estas conductas violentas son aprendidas por los niños, quienes en el futuro posiblemente también terminarán siendo personas que creen que todo se resuelve a punta de golpes y cuando eso ocurre se repiten en muchas ocasiones las historias de muerte y sangre.

Las mujeres deben dejar de ser tan ingenuas: si de novios les gritan o les levantan la mano, posiblemente como esposos, y en la soledad del hogar, aprovecharán para sacar el agresor que llevan dentro de ellos.

Además, tomen en cuenta que, si los perdonan una vez, ellos hacen de cuenta que el resto de las ocasiones en que agredan seguirán aguantando. No crean en esos cuentos de arrepentimiento en que lloran, piden perdón y llevan flores: esas cosas se las lleva el viento.

El problema es que estas féminas reciben ramos de rosas luego de cada golpiza, pero pueden terminar llevándoselas sus allegados a una tumba, si no se denuncian los hechos ni se toman las medidas para alejarse del peligro.

No crea en palabras, pida acciones, que él pruebe que de verdad quiere cambiar, aparte no solo piense en usted, sino en sus hijos, si es que los tienen, pues los menores no deben estar recibiendo agresiones ni estarlas viendo.

Ya es hora de dejar de tomarnos este tema en broma, tan culpables son quienes disparan la pistola o clavan el puñal como quienes ven las señales y prefieren hacerse los rusos, porque la cosa no es con ellos. 

Tanto hombres como mujeres tenemos el derecho y el deber de denunciar, pues hoy es la vecina a la que le podemos salvar la vida, mañana podría ser a alguna de nuestras familiares; no sabemos las vueltas que da la vida. 

Finalmente, en el caso de las autoridades, deberían de modificar y modernizar los procedimientos, no es posible que los agresores cometan sus fechorías y luego decidan andar enamorando a otras ingenuas para luego, cuando ya las tienen comiendo de su mano, empezar a darles sopa de muñeca. Tendría que haber un registro en que todos podamos verificar si a los alrededores de nuestros hogares hay personas a las que juzgaron por este tipo de hechos.

Mujeres, empodérense, no se dejen pisotear porque lo mismo valen sus conocimientos y sentimientos que los de los hombres que se jactan de llevar el sustento al hogar. Que quede claro: ni acá en Costa Rica ni en ninguna parte del mundo sobra ninguna mujer y nadie tiene el derecho de ponerle ni siquiera un dedo encima.

PERIODISTA:

EMAIL:

Martes 23 Octubre, 2018

HORA: 12:00 AM

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA