Para el 3 de agosto, hubo dos erupciones por parte del coloso que alertaron nuevamente a las autoridades, aunque la desolación ya reinaba en los poblados más cercanos al volcán.
“El volcán Arenal registró esta mañana dos erupciones más, de las cuales no se han reportado fatales consecuencias”, indica la edición de aquel día de La Prensa Libre.
Las alarmas se encendieron y la ceniza una vez más comenzó a caer en zonas como Tilarán y Cañas, los pueblos que se vieron más afectados por las erupciones.
Dichos eventos se dieron a las 6 a.m. y 9 a.m. Los cruzrojistas que realizaban labores de rescate las sufrieron en carne propia y las calificaron como muy grandes.
Debido a que la actividad mayor se produjo en San Carlos y Tilarán, así como Cañas, en otras partes del territorio nacional fue necesario que se diera la habilitación de albergues para los evacuados.
Uno de esos sitios de refugio fue San Ramón, donde recibieron a unas trescientas personas para atenderlas mientras el volcán seguía con su actividad.
“Infórmele ciudad San Ramón hay recibidas alrededor de trescientas personas evacuadas desde Tilarán y San Carlos. Familias alojadas y alimentadas en oratorio Monserrat”, expresaba un telegrama enviado al presidente.
EXPERTO
ANALIZA
En aquella edición, el Decano de la Prensa Nacional conversó con el geólogo norteamericano Víctor Oppenheim, quien dio sus impresiones sobre los hallazgos en una expedición que realizó a la zona del desastre.
“Yo calculo que el volcán Arenal ha arrojado en estos días de intensa actividad por lo menos un millón de toneladas de ceniza”, aseguró el experto.
De todo eso, la gran mayoría cayó en la provincia de Guanacaste, justamente en los pueblos de Cañas y Tilarán.
Asimismo, Pueblo Nuevo y Arenal parecían abandonados, los pobladores no querían regresar, por lo que habían vivido, y los que llegaban era más bien para terminar de sacar sus pertenencias y animales, con el temor de que se pudiera repetir una potente erupción.
REGRESO
A CASA
Mientras tanto, el pueblo donde sí se estaba volviendo a la normalidad era Tronadora, donde los habitantes comenzaron su retorno desde los sitios en que se estaban refugiando.
Según la publicación de La Prensa Libre, “en horas de la mañana estaban limpiado la ceniza de los tejados, regando las matas y limpiando sus hogares, dispuestos a regresar ante la calma del volcán”.
Entretanto, en Cañas y Tilarán las municipalidades dieron la orden de retomar labores de limpieza, por lo que sus funcionarios y un grupo de voluntarios de inmediato comenzaron a quitar la ceniza de las vías, sitio donde había más acumulación.
“Ayer centenares de hombres y niños, escoba y cepillo en mano, estaban recogiendo la ceniza que se depositó en las calles de las dos citadas poblaciones para volver a darle a ambas su aspecto normal y contribuir con ello a darle realce a la moral un poco decaída de los vecinos”, reza el periódico de aquel 3de agosto.
También llegaron buenas noticias, pues en medio del rescate y la búsqueda de personas un grupo de familias que se había dado por desaparecida llegó de nuevo a casa.
“Un total de 32 personas que se habían dado por perdidas, han vuelto a varios lugares de refugio. La familia de don Bienvenido Molina, con sus siete hijos, llegó a Tilarán”, informaba el periódico más longevo de la prensa nacional, como ejemplo de esas situaciones esperanzadoras que trascendían en medio de la tragedia.
AYUDAS POR DOQUIER
En medio de la tragedia y la desesperación que muchas personas vivían producto de las erupciones del Arenal, la mano solidaria no faltaba y tanto a lo interno del país como de diferente naciones amigas llegaban las colaboraciones para que los afectados pudieran regresar a la normalidad.
“A través de Radio Casino de Limón, se ha venido llevando a cabo una maratónica para recoger dinero y otros donativos para los damnificados. La campaña se ha extendido hasta las fincas bananeras y la labor ha sido exitosa”, aduce la publicación.
A esta se sumó otra maratónica en Alajuela que también buscaba conseguir ayuda para todas esas personas que estaban siendo afectadas y perdían lo que tenían.
A nivel internacional, Guatemala, México, Panamá, Brasil, República Dominicana, entre otros países, manifestaron su solidaridad y lamentaron tanto lo ocurrido como las vidas perdidas por esta tragedia que mantenía en vilo a todo el territorio costarricense.
De esa manera, poco a poco se fue saliendo de la emergencia y las zonas empezaron a recuperarse, aunque pendientes de la advertencia de que ahora tendrían que aprender a convivir con un viejo vecino olvidado.
