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Opinión

Lucas, escritor

Juan Luis Mendoza

Conocí al Padre Ignacio Larrañaga, primero por los libros; después personalmente. Desde el principio me impactó su personalidad y su doctrina, especialmente en lo que concierne al tema de la oración y sus reconocidos mundialmente talleres de oración y vida.

Al morir en octubre del 2013, y para seguir difundiendo su doctrina sobre distintos temas, me propuse valerme de este espacio en el Diario Extra para hacerlo, y así hasta hoy en que inicio una serie sobre María partiendo de su novedoso libro El silencio de María. Novedoso por su originalidad al ofrecernos una imagen de la Madre de Jesús y nuestra desde la pura y exclusiva Palabra de Dios, en especial de los cuatro evangelios.

Lógicamente que hablar de María es hacerlo de su hijo y su misión en la tierra, la de salvar al mundo. Las preguntas: ¿Quién contó la historia de la infancia de Jesús? ¿Cómo llegaron hasta nosotros noticias tan lejanas, al mismo tiempo que tan interesantes sobre el origen y primeros años del Hijo de Dios, el Verbo eterno?

Hay que volver a María, a su memoria, a su corazón. A propósito, el Evangelio nos recuerda en dos oportunidades (Lucas 2,19; 2,51) que María conservaba cuidadosamente las palabras y hechos antiguos y los meditaba diligentemente en su interior. Esto significa que “María buscaba el sentido oculto y profundo de aquellos hechos y palabras, y los confrontaba con las nuevas situaciones en que su vida se veía envuelta”, deduce el Padre Larrañaga.

Por lo mismo, para encontrarnos realmente con la figura de la verdadera María, la del Evangelio, hay que llegarse por los caminos que nos lleven a su corazón de mujer y madre, a su “intimidad”. Lo que equivale a las fuentes mismas de las noticias, las palabras y hechos de la infancia de Jesús.

Y entre esas fuentes, la principal es el evangelista Lucas, del que se afirma en la introducción a sus escritos en la versión de la Biblia de Jerusalén que “es un escritor de gran talento y alma delicada…; una personalidad atractiva que se transparenta sin cesar”. Por su parte, san Pablo habla de “nuestro querido médico” (Colosenses 4,14). Y el Padre Larrañaga observa que “Lucas es un hombre fuertemente sensibilizado por aquellas motivaciones con los que aparece muy envuelta la persona y la vida de María como, por ejemplo, la humidad, la paciencia, la mansedumbre. Allá donde Lucas encuentra un vestigio de misericordia, él queda profundamente conmovido; y enseguida lo anota en su evangelio”.

En su condición de médico, Lucas detecta y aprecia la presencia de la mujer y su valor y significado en la vida, mejor que los otros evangelistas. Y ahí está el montón de mujeres con su distinta misión: unas reciben de Jesús misericordia y perdón, otras ofrecen hospitalidad, otras amistad y amor, otras solidaridad y compasión, como las que lo acompañan camino al Calvario. Entre todas, sobresale María, servidora y señora al mismo tiempo. Todas discípulas del Maestro al que siguen con fidelidad.

Pues, bien, y como lo advierte el Padre Larrañaga, Lucas “parece poseer una afinidad temperamental muy acorde con la personalidad de María”. Y añade: “En una palabra, nos encontramos ante el narrador ideal, capaz de entrar en perfecta sintonía con la Señora, capaz de recoger no solamente sus hechos de vida sino sus impulsos vitales y, sobre todo, capaz de transmitir todo eso con alta fidelidad”.

Lucas es el gran investigador y transmisor de lo que investiga. El mismo evangelista lo declara al comienzo de su evangelio: “En vista de que muchos emprendieron el trabajo de componer un relato de los sucesos que se han cumplido entre nosotros, según nos transmitieron los que fueron, desde el principio, testigos oculares y luego servidores de la palabra, también yo, después de haber investigado desde el principio todos los sucesos con exactitud, me he determinado a escribírtelos ordenadamente, ilustre Teófilo, a fin, de que conozcas bien la solidez de las palabras en las que has sido instruido” (Lucas 1,1-5). Interesa advertir, destacándolo, que con esta introducción, el autor nos pone en el umbral mismo de María, personaje muy señalada en Lucas.

La verdad que no interesa tanto el “noble Teófilo” que, dicho sea de paso, desaparece aquí mismo. Sí que importa indicar que Lucas se nos muestra como un auténtico periodista actual que, para garantizar la credibilidad de su información, asegura que ha ido directamente a las fuentes, al origen de la noticia. Eso sí, reconoce que antes de iniciar su tarea investigativa, conoce ya algunos apuntes de los hechos y palabras de Jesús. El Padre Larrañaga se pregunta: “Entre estos escritos ¿no estarían los recuerdos de María recopilados por algún discípulo, recuerdos referentes a los años, ya lejanos, de la anunciación y de la infancia?”.

En todo caso, no echar en olvido que Lucas asegura que ha “investigado con exactitud” (Lucas 1,3) todos los sucesos que narra. Y así, ofrece en su libro una cuidadosa ordenación, curiosos detalles, y posiblemente también una verificación más rigurosa de las noticias. Y, desde luego, con su muy personal estilo literario.

Seguimos, Dios mediante, en próximos escritos.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 18 Junio, 2018

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Juan Luis Mendoza

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