Este lunes la Arquidiócesis de San José anunció que el Vaticano aceptó llamar sierva de Dios a la niña Marisa, con lo que se inicia el proceso de beatificación y canonización de la joven.
El 15 de agosto de 1954 María Isabel Acuña murió a la edad de 13 años, pero ya se había convertido en una testigo maravillosa de las virtudes cristianas.
“El proceso previo a iniciar una causa de beatificación y canonización está caracterizado por múltiples investigaciones y valoraciones en torno a la vida y obra de la persona candidata, sobre su fama de santidad a la hora de morir y de forma particular que se haya mantenido la misma a lo largo del tiempo en la conciencia del pueblo de Dios. Estos aspectos se cumplen en este caso”, explicó el padre Alejandro Jiménez, vicario judicial designado por José Rafael Quirós, arzobispo metropolitano.
Es así como ahora se busca lograr que avance en esta postulación hasta lograr que sea reconocida como una santa por parte del Vaticano, lo que arrancó oficialmente este 19 de marzo.
“Es una alegría para el país y para nuestra Arquidiócesis, confiamos en Dios en que el proceso culminará con la canonización. Fue una laica que vivió dando testimonio y ejemplo para los católicos, ahora lo que nos queda es orar”, explico monseñor José Rafael Quirós.
Ahora se inicia el proceso con la fase que se conoce como diocesana, la cual llegará a su final cuando se tengan todos los testimonios y pruebas que puedan aportar las personas que la conocieron en vida para que den las referencias necesarias.
“Si el resultado es positivo se le daría el título de venerable y lo que quedaría es aguardar la comprobación de algún milagro, si lo hay, o pedir a Dios que se realice alguna gracia a una persona por intercesión de la niña Marisa. Si esto se diera y así lo determinara la congregación, se podría llegar a declarar beata, para esto no hay tiempo específico”, agregó el padre Alejandro.
