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Opinión

Ideología de género es brutal (I)

David Francisco Nani

La ideología de género suscita controversia. ¿Debe preocuparnos esta tendencia ideológica? Existen profundos peligros, dado su carácter pseudocientífico (uso acomodaticio y tendencioso de datos, relativización de la ciencia similar a la posmodernidad), que no impiden su imposición vía poder. Defiende el supuesto de una acción política, mas no la define, lo cual resulta en una ambigüedad donde todo cabe (…).

Así también puede referirse el profundo irrespeto a básicos principios democráticos y de derecho. Plantea esta visión de mundo que, en el marco del poder vinculante, debe existir una asimetría entre hombres y mujeres, favorable a estas últimas, bajo el supuesto de “reparar discriminaciones históricas”; con este precepto feminista no hay igualdad, sino supremacía femenina.

Bajo tal principio se da la razón a la mujer en querellas judiciales y administrativas solo por su dicho y sin necesidad de otras pruebas (…). Además la ideología de género plantea un desdibujamiento de los derechos individuales, pues aboga por una intensa intervención del Estado en la construcción de las identidades y las escogencias de los ciudadanos, esto es propio de sistemas totalitarios. Podría referir muchas situaciones, pero expondré cuatro puntos donde esta ideología (que, recuérdese, funciona como corriente internacional) es puesta en práctica y demuestra su brutalidad.

1-Un pensamiento a contrapelo de la ciencia. Las ideólogas rehúyen a los datos científicos que son adversos a sus ideas. Más allá de esto, reprimen la difusión de contenidos contrarios. Así podemos hablar de un congreso de neurociencia, a ser celebrado en una importante universidad de este país. Entre las posturas a ser defendidas hallábanse ponencias donde se establecía que las diferencias entre hombres y mujeres tienen raíces neurológicas, dando al traste con la ideología de género (para la que todo tiene origen social). La actividad fue boicoteada por feministas radicales y no se realizó.

Un segundo ejemplo es dado por el tema del aborto. Las ideólogas insisten en que tiene un carácter liberador para la mujer, especialmente cuando ha quedado embarazada por causa de una violación. Existen estudios científicos que prueban lo contrario y hablan de profundos traumas post-aborto, pero las feministas los ocultan y su respuesta cuando se las cuestiona reside en deslegitimar no los argumentos, sino a quien los enuncia.

Recordemos, para el pensamiento feminista, un hijo del marxismo, la verdad de una idea no constituye algo a ser probado racional y consensualmente, sino que depende de quien la enuncie, y se impone en la historia merced a “la lucha política”. Las ideólogas del género hacen de las suyas en algunos espacios académicos, donde no puede ser debatida porque quien ose criticarla rápido tiene condenas por “oponerse a la igualdad”, “estar en contra de derechos” o se le endilga la etiqueta de “macho”, y si la persona es mujer, de “traidora de su género”.

2-Manipulación de datos y realidades. La Fundación de Apoyo al Hombre denunció cómo grupos feministas tergiversan estadísticas y hacen pasar los datos globales de violencia doméstica (las cifras de agresiones a niños, ancianos, hombres y mujeres) como números relativos solo a la violencia contra mujeres, así los dígitos son engordados y se manipula a la opinión pública.

En una seguidilla de artículos, publicados en otro periódico, el profesor Iván Molina demostró cómo los casos de acoso acontecidos en la UCR son muchísimas veces desestimados, de modo que las denuncias o fueron insustanciales o del todo falsas. No así el perjuicio contra el imputado, que sí resulta un hecho concreto (como mínimo, afronta un escándalo), pero no hay reparación alguna para el hombre inmerecidamente acusado ni tampoco contrademanda para la acusadora en caso de ser mentira la acusación. Peor aún el caso que denuncia el profesor Roy Alfaro (“Justicia feminista”, Semanario Universidad, 19/9/17): merced a los principios de la ideología de género, estudiantes mujeres con bajas notas amenazan a profesores con denunciarlos en caso de no aprobarlas en los cursos.

Un asunto espinoso lo representan los casos de acoso de mujeres a mujeres, pues no se denuncian ni tampoco trascienden a la opinión pública. En una institución educativa supe de cómo una ilógica profesora molestó a una estudiante en clase, esta profesora tiempo después fue nombrada en una comisión institucional para abordar y juzgar un caso de supuesto acoso, por cierto sancionado con draconiano rigor (¡Judas repartiendo escapularios!).

¿Dónde están las ideólogas del género frente a estos cuestionamientos y hechos comprobados? ¿Volverán con sus burdas etiquetas de mal gusto, sus cansinas y vacías taxonomías y sus argumentos ad hominem? ¿O tal vez querrán endosar falacias a sus contrincantes, pero sin probar si en efecto existen tales vicios argumentativos?

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Jueves 18 Enero, 2018

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