Soy un hombre de 32 años. Tenemos dos años de casados. Hace unos días a mi esposa le salió un brote vaginal y el doctor le diagnosticó una infección. Los exámenes de sangre reportaron que tenía herpes genital. Los dos habíamos tenido vida sexual con otras personas antes de conocernos. Estamos un poco sorprendidos de por qué hasta ahora nos damos cuenta si ella siempre ha tenido controles ginecológicos y nunca había tenido molestias.
Esta es una situación muy común, debido a que el virus del herpes se ha convertido en una infección muy frecuente como producto de los cambios en los patrones sexuales experimentados por la población. Al igual que el resto de las enfermedades de transmisión sexual de II y III generación, esta infección suele pasar largos periodos de tiempo sin dar molestias, síntomas o manifestaciones. Por eso, la persona no se da cuenta de que ha sido infectada.
Recordemos que el herpes se puede manifestar de muchas maneras: a veces con cuadros de vejigas y ampollas como los “fuegos de la boca” y otras veces con ardor, picazón, irritación y fisuras. En muchos casos, los síntomas son tan inespecíficos o breves que se confunden con una irritación pasajera. Solo algunas personas tienen brotes francos y molestos, que ameritan una consulta médica, y en ese momento se enteran de que han sido contagiados, aun cuando tuvieran la infección desde muchos años antes.
Desde luego, este diagnóstico puede generar múltiples dudas en ambos miembros de la pareja, y algunos pueden cuestionar la fidelidad. Por lo tanto, es importante enfatizar que cuadros como el herpes, la clamidia, el virus del papiloma, la hepatitis B y el mismo VIH/sida suelen manifestarse años después del contagio. Entonces, no son indicativos de episodios de infidelidad.
