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Opinión

A propósito de los jueces que quieren legislar

Lic. Rafael Ángel Rodríguez Salazar* / [email protected]

Pretender hacer justicia, ante el clamor de la ciudadanía por la seguridad del país, no da derecho a realizar positivismo mediático. Los ciudadanos quieren justicia pronta y cumplida y quieren jueces administrando justicia y no pretendiendo la creación de las leyes, pues esa labor ha sido asignada por nuestra Constitución a los diputados en la Asamblea Legislativa.

La administración de justicia es una parte fundamental del sistema jurídico. A través de ella se intenta dar solución a los conflictos de relevancia jurídica, mediante la interpretación y aplicación de los criterios y las pautas contenidas en las leyes y demás disposiciones generales. A fin de cuentas, lo que interesa a las partes en conflicto no es el significado más o menos abstracto de la ley, sino el sentido concreto de la sentencia; del acto específico por medio del cual la administración de justicia dispone la solución de un litigio.

Es el juez quien dicta la sentencia en ejercicio de la función jurisdiccional y los diputados quienes las crean en el ejercicio de su función legislativa. 

Su misión no puede ser ni más augusta ni más delicada: a él está confiada la protección del honor, la vida y los bienes de los ciudadanos. Es el depositario de la confianza del pueblo.

Los jueces no tienen más superior que la ley; no se les puede indicar que fallen en un sentido u otro, ellos son independientes y esa independencia les exige aplicar el derecho en justicia y no en conciencia.

La función del juez es la de aplicar el derecho, no crearlo, por no ser su tarea legislativa sino jurisdiccional, y sólo puede hacer lo que la ley le permite o concede. 

El individuo que tenga el honor de administrar justicia ha de esmerarse en superarse a sí mismo para estar a tono con la investidura que se le ha entregado; pues la judicatura no es un negocio, sino una forma de vida.

El Poder Judicial sabe que su problema es la selección de los jueces, porque sabe que les confía un poder mortífero que, mal empleado, puede convertir en justo lo injusto, obligar a la majestad de las leyes a hacerse paladín de la sinrazón e imprimir indeleblemente sobre la cándida inocencia, el estigma sangriento que la confundirá para siempre con el delito. 

Además de recto, el juez debe ser bondadoso y tener un profundo sentido de las relaciones humanas, para observar siempre una conducta cortés y no negarse a oír a las partes. La extrema rigidez puede provocar la sospecha de que se trata de un hombre venal. 

El juez no sólo deber ser acucioso en el desempeño de sus funciones, sino que también debe abstenerse de las luchas políticas y económicas, a fin de que la justicia y la equidad sean la base de sus fallos. La única actividad política que se le permite es el ejercicio del sufragio. 

El juez debe ser juez y sólo juez, porque para eso se le rodea de una serie de garantías y se ponen en sus manos facultades que no tienen otros funcionarios. 

Solo puede ser juez el que estima insuficiente el valor de cualquier dinero para comprarlo; dicho de otra manera, quien subordina el valor de los bienes materiales al de los morales.

Recordemos esta célebre sentencia de Calamandrei: “La judicatura, más que una rama de la curocracia, es una especie de orden religiosa”. 

El juez inteligente, probo y experimentado requiere también de diligencia. Mucho se ha dicho que la justicia deber ser pronta y expedita y que cuando es retardada o lenta no cumple su función. Esto no quiere decir que los jueces deben resolver un número de casos que exceda a la dedicación propia y de sus auxiliares, dictando sentencias con ligereza, porque como bien dice Calamandrei: La justicia ha de ser diligente, pero no apresurada. 

Se ha perdido de vista la nobleza tan grande de nuestra carrera de abogados, no se toma en cuenta que la profesión es muy difícil cuando se pretende ser un buen abogado y, por último, que la meta suprema por la que debemos luchar constantemente es por la obtención de la justicia. 

El esfuerzo, a veces desesperado, de quien busca justicia, no debe ser infructuoso, y así como la ley debe actualizarse, el abogado tiene que ser cada día más abogado, mejor jurista, mejor profesional, para luchar por un valor eterno que ha sido objeto del anhelo del hombre desde que habita la Tierra: La Justicia.

 

 

*Abogado litigante

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Viernes 06 Enero, 2017

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