El “libre comercio”
José Calvo
Es muy interesante la salida del embajador de los Estados Unidos a la prensa contra las medidas de protección a la agricultura costarricense, y el apoyo que esa salida tiene de nuestros neoliberales, incluyendo en esa categoría no solo la planilla de La Nación como Eli Feinzag, sino también los ministros de Comercio Exterior y Relaciones Exteriores.
Resulta que el embajador del país que paga más subsidios a sus agricultores y tiene pegada la Ronda Uruguay para impulsar sus TLCs, nos da clases contra la protección; y Feinzag cita el caso del azúcar, cuyo precio bajo en el mercado mundial es producto de que no exista en EE.UU. libre mercado del azúcar, para proteger a sus ineficientes cañeros y remolacheros: el lobby azucarero en el congreso norteamericano es solo inferior al lobby judío que mantiene la injusticia en Palestina, y acaba con la democracia en EE.UU. poniendo la plata para la elección de los representantes del pueblo. Por aquello de la democracia.
La referencia para el reclamo es el CAFTA, un tratado que Costa Rica aprobó con un referéndum “ejecutivo” del premio Nobel de la paz, con una promesa de que quienes iban a trabajar en una moto irían en un Hunday, o en un BMW. ¡Un referéndum con el favoritismo del presidente que no cumplió con su obligación de presentar el asunto imparcialmente!
¡El tratado de libre comercio de Costa Rica con EE.UU.: un país que subsidia a sus agricultores al tenor de más de 1 millón de dólares por día, y que aumentó esos subsidios desde entonces! ¡Un país que alegó que los subsidios eran materia para discutir en la OMC, donde la Ronda Uruguay no camina, porque no la quiere el gobierno estadounidense! El país del embajador que nos critica. ¡El libre comercio is for the birds, y para los ticos que botaron por el SI en el referéndum: los que ahora están yendo a trabajar en un Hunday o en un BMW!
Y el reclamo es por barreras aduanales perfectamente legítimas en el CAFTA, las que usan los norteamericanos para impedir nuestra venta allí de productos agrícolas. Pues a pesar de su decantada eficiencia, nosotros les podríamos vender hasta maíz más barato, porque el de ellos tiene otro tanto de subsidio. ¿Qué tal si estuviéramos haciendo algo ilegal? ¡Que viva el libre comercio! Y el malinchismo que lo ayuda por motivos indefendibles.
El libre comercio es el nuevo carro de combate del colonialismo: con todo y sus malinches.
