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Opinión

Un fosforito

Según Creo

Cuando yo era un niño empezó la segunda guerra mundial, y mi tía me mandó a comprar una gran cantidad de fósforos, porque en la primera guerra mundial se quedaron sin fósforos, y eso era retroceder a la edad de las cavernas, cuando las gentes, que ya habían domesticado el fuego, tenían que producirlo frotando dos palitos, lo que no es nada fácil, sino que hay que saber cómo, y tener mucha paciencia.

 

Pero estamos a punto de perder los fósforos, y en los mercados solo se consiguen encendedores. Yo supongo que esto es por el tabú de las máquinas: siempre es mejor una máquina, como un encendedor, a una cosa tan primitiva como un fósforo, no obstante la larga tradición.

 

A la generación que ya jugó, aunque estén muy bien conservados, se les puede reconocer porque, además de que no tienen celular ni andan alambrados para oír música, porque piden un fosforito cuando necesitan fuego, y cuando deberían pedir un encendedor.

 

Recuerdo con nostalgia cuando a los pelirrojos los llamábamos fosforito. Ahora ve uno gente con el pelo morado, verde y azul, y lo llamamos progreso: como encender la cocina con un encendedor. Pero no hay manera de echarles en cara su retraso a quienes usan fósforos: no hay fósforos, ¡muérete ya!

 

Las copiadoras 3 D no son simple transporte: uno queda con el original y manda la copia. Si yo fuera De Geer estaría temblando de miedo, porque se podrán copiar los diamantes, es más fácil porque tienen sus moléculas ordenadas. Esto es seguro lo que von Schumpeter llamaba la destrucción creativa.

 

Yo me siento como un elefante viejo que va para su cementerio cuando veo a los jóvenes digitando furiosamente, todos alambrados para no perderse lo que llaman la música, comunicados solo por medio de su celular; incapaces de hablar sin decir mae, ocupo, o pura vida; incapaces de hablar, separados en una nube flotadora como los muchachos de El Fin de la Niñez. Aunque me doy cuenta de que en esta forma de sentir hay cascarabismo.

 

Pero le pido a Dios que en mis últimos momentos  pueda yo disponer de un fosforito para calentarme, y no de un encendedor.

 

Debo admitir que en esta situación calamitosa en que se encuentran los muchachos y yo me hace más fácil irme, porque me pregunto con frecuencia ¿y qué estoy haciendo aquí? Pregunta que presumo que ellos se hacen.

 

PERIODISTA: José Calvo

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Martes 14 Julio, 2015

HORA: 12:00 AM

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