En defensa de las clases más vulnerables
David Rodríguez Suárez
En Costa Rica, nos hemos envuelto en una dicotomía falsa, se ha visto la toma de acciones en el plano fiscal como una medida contra la clase media y de las familias pobres, y la inacción como una medida en favor de estos sectores.
Por tal razón, es de suma trascendencia que nos enfoquemos en el impacto que la inacción está teniendo para estudiar la veracidad de esto último; para ello, lo analizaremos a partir de las siguientes aristas: tipo de cambio, tasas de interés y la cantidad de créditos morosos.
La inestabilidad económica ha hecho que los costarricenses hayan buscado respaldar sus ahorros en una moneda más fuerte: el dólar. Y la situación deficitaria de las finanzas públicas ha hecho que el mismo Ministerio de Hacienda tenga que demandar más dólares para enfrentar el pago de la deuda externa y los crecientes intereses propios de dicha deuda.
Por tal motivo es indispensable recalcar:
1. Los costarricenses que ganan en colones se han empobrecido en 9% durante este año con respecto al dólar.
2. Quienes han amortiguado sobre deudas grandes durante este año, con la devaluación del colón probablemente han perdido todo lo amortiguado.
3. Las tasas de interés continúan al alza, ejerciendo presión sobre el tipo de cambio y afectando las deudas de los costarricenses.
4. Los bancos, ante la variación cambiaria, han corrido a renegociar las deudas con los clientes, preocupados de que se profundice una situación de impago en el mercado crediticio.
5. De septiembre del 2017 a septiembre del 2018, del total de créditos otorgados en el mercado nacional, se pasó de 1,91% a 2,58% del total de créditos en situación de morosidad de tres meses o ya en situación de cobro judicial. En otras palabras, los costarricenses están cayendo cada vez más en una situación de impago.
Y es que la realidad con respecto a estos intereses puede parecerle ajena a muchos, pero para que tengamos una idea, solo la devaluación del colón durante este año ha tenido un efecto mayor y cerca del doble de lo que significaría el 1% de IVA sobre la canasta básica (según estimaciones del economista Gerardo Corrales).
La realidad es que, mientras estos indicadores golpean el costo de la vida, todos los costarricenses y, especialmente los jóvenes que tienen vivienda o vehículos a partir de financiamiento crediticio, hoy están en una situación delicada donde su deuda total, de haber sido un crédito en dólares subió, y donde su cuota mensual ha subido durante este año en cerca de ¢4.800 por cada $100 de cuota.
Cuando hablamos del costo de la vida, debemos analizar si la reforma fiscal es realmente peor que prolongar la inacción fiscal. Sabemos que la reforma fiscal es predominantemente progresiva pero también sabemos que la inacción fiscal es altamente regresiva. El dólar fue intervenido por el BCCR y con ello la variación cambiaria se estabilizó momentáneamente pero un escenario donde el plan fiscal no logre convertirse en ley de la República podría generar que se dispare la desconfianza en la economía costarricense y con ello se dispare el dólar con respecto al colón y las tasas de interés.
Finalmente, si la desconfianza es tal que Costa Rica cae en una situación de impago ante los organismos internacionales, es posible que ya estando en default podríamos enfrentar dos situaciones de manera subsecuente: 1. Un refinanciamiento de nuestra deuda por parte de dichos organismos en donde las condiciones sean sumamente desventajosas y los intereses resulten altos o 2. Una pérdida de confianza tal que haga que los organismos NO nos refinancien la deuda y tengamos que hacer recortes en gastos sociales y de remuneraciones considerables. Evitar ambos escenarios debería ser la meta.
