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Espectáculos

El ímpetu perdido

Mundo sexual

La naturaleza guarda un orden en sus cosas. La vida tiene sus reglas. Todos los seres de la Tierra tienen una forma predeterminada de funcionar, y aunque resulte claro o no, el hombre es una criatura más de la creación.

Nuestros bisabuelos lo sabían porque constantemente lidiaban con la naturaleza. Antes los hombres criaban gallinas, caballos, vacas, sembraban, araban, regaban y veían el fruto de su trabajo. La faena laboral los aleccionaba en el arte de la vida.

Fácilmente, con solo observar el orden natural, aprendían que todas las criaturas requieren cuidado. Que el árbol que nace torcido es muy fácil de corregir si se está constantemente enderezando sus ramas y tallos. Que el caballo chúcaro no es tal si a diario lo amansamos, que las chayoteras crecen para donde uno quiere si diariamente guiamos su crecimiento.

Por eso nuestros bisabuelos sabían criar hijos, sabían educarlos, porque aprendían a diario de la naturaleza, esa naturaleza que enseña que no hay crianza efectiva si no se está velando por el auténtico bienestar de los hijos.

Hoy el hombre contemporáneo es auténtico analfabeta de la vida, se ha refugiado en la vana tecnología y piensa que eso que llamamos desarrollo es progreso. Ignorando que los nuevos estilos de vida son en realidad auténticos estilos de muerte, de una muerte lenta, cruel y gradual.

Hoy nos confundimos, nos acostumbramos a desechar celulares, a dedicar horas y horas en sitios basura que pululan en Internet, en juegos de video, en cintas y series televisivas, sin darnos cuenta de que la vida se nos va en ese vaivén virtual.

Y no lo digo en un sentido figurado, no, pasamos semanas enteras sin hacer ejercicio, sumergidos en estáticas diversiones que atrofian nuestro cuerpo y lo predisponen a un sinfín de enfermedades. Hoy ya la infancia no es actividad, ya los niños no tienen colorados los cachetes de tanto correr, ni sucias las camisas de tanto jugar en el polvo y en el barro. Hoy lucen pálidos al frente de esas pantallas.

Bajo ese escenario que sacude al hombre de Occidente, es imperativo que todos nos pongamos en contacto con nuestra naturaleza. Que volvamos a correr, a nadar, a jugar al aire libre, es momento de oxigenar los pulmones, de dejar latir el corazón como caballo desbocado, es hora de jadear, es hora de darnos cuenta de que estamos vivos.

Hoy nos estamos brincando las leyes de la vida. Hoy estamos pagando esa imprudencia, los problemas de salud se presentan cada vez más temprano. Los problemas sexuales afloran a temprana edad. Qué decir los infartos y derrames que ahora comienzan a aparecer alrededor de los treinta años. Los suicidios sacuden las casuísticas de los adolescentes, con todo el dolor que encierran. 

Por eso, es momento de volver a la vida, de apagar el televisor, de dejar la computadora, de quitarse los audífonos, de guardar el videojuego del celular y zambullirse de lleno en la vida con sus leyes y deleites.

Es hora de volver a disfrutar del ejercicio, del sexo, del aire de la vida. Es hora de ver crecer sanamente a nuestros hijos bajo la premisa de que hay que volver a la vida para recuperar aquel ímpetu perdido.

 

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Dr. Mauro Fernández / Sexólogo

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Lunes 16 Abril, 2018

HORA: 12:00 AM

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