En el trajín del día, sea en el súper, en el gimnasio, en los pasillos del hospital, en el parqueo o donde sea, es común que a los sexólogos nos pregunten, de manera discreta y cuchicheada, acerca de secretos para ser un buen amante, desde tiros, volados, maromas hasta piruetas. Impera la expectativa popular de que deben existir técnicas ocultas y casi mágicas para ser mejor en la alcoba.
Que las hay, las hay, de eso no hay duda, aunque, claro está, nunca de la altura del imaginario colectivo. Es decir, se maneja la idea de que procederes estrambóticos e indescriptibles pueden marcar una magna diferencia en el desempeño sexual y dejarán extasiada a la pareja. En realidad, detalles pequeños “hacen un mundo de diferencia” en las sensaciones que pueden experimentar tanto ella como él.
Quizás el punto clave para convertir a los varones en buenos amantes es quitarles esa ansiedad por penetrar, esa precisa del varón occidental de introducir el pene en la cavidad vaginal lo antes posible. Debemos abandonar esa concepción de que el acto sexual no lo es si no hay penetración, así como que el buen sexo lo define la penetración.
Por supuesto, si el varón procede rápido a penetrar, rápidamente experimentará la eyaculación. Ante esa rapidez, es difícil que la mujer disfrute el acto sexual y, mucho menos, que llegue al orgasmo.
Por eso, la regla número uno del buen amante consiste en prolongar los juegos sexuales, gratificar a la mujer y gratificarse él mismo con preámbulos prolongados, además de esquivar la penetración hasta etapas tardías del acto sexual. Con esto, nos aseguramos de que la mujer alcance niveles altos de excitación y, por ende, se encuentre más preparada para disfrutar la penetración.
Hoy este consejo va más allá. La recomendación actual es que, antes de ser penetrada, la mujer tenga al menos un orgasmo, es decir, que ya haya conseguido el máximo placer. Así, podrá gozar aun más de los deleites derivados de los movimientos de penetración.
Buena parte de las disfunciones sexuales son producto de una penetración apresurada. La eyaculación precoz suele ceder y hasta desaparecer cuando el varón aprende a deleitarse con las caricias sexuales y las continúa después de la eyaculación, mientras espera esa segunda relación sexual.
De igual manera, en la mujer, alteraciones como la falta de deseo sexual y la incapacidad para disfrutar las relaciones sexuales se tratan precisamente con técnicas en las cuales “todo se vale menos penetrar”.
A veces estos consejos son bien recibidos por las parejas que dan sus primeros pasos en la cama, no así por quienes llevan años juntos. Por eso, es muy importante que esas parejas se reconcilien con los besos, con los abrazos y con todas aquellas travesuras practicadas cuando apenas empezaban a conocerse y la penetración no era permitida.
Según sugieren los estudios, en nuestra sociedad se dedica poco tiempo al sexo, y buena parte de ese tiempo se destina a una fugaz penetración. Probablemente esto explica la alta incidencia de problemas sexuales, tanto en ellos como en ellas.
Una mujer que siempre quiere más suele ser el resultado de un buen desempeño sexual. Una mujer sexualmente contenta es el mejor regalo para un buen amante.
PERIODISTA: Dr. Mauro Fernández
CRÉDITOS: Dr. Mauro Fernández
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Lunes 12 Febrero, 2018
HORA: 12:00 AM
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