Diario Extra - 'Definitivamente la experiencia la dan los años'

CONSULTA: Estimado Profesor Corazón, recientemente cumplí 60 abriles y consideré oportuno escribir algo relacionado con esta edad, ya que con frecuencia soy objeto de bromas y chotas a causa de mis años.

Llego a esta edad en muy buen estado de salud, siempre he sido amante del atletismo y solo el hecho de practicarlo me mantiene en buena forma. Al completar mi sexta década veo con preocupación que cientos de personas de mi edad e incluso menores tienen serios problemas para encontrar trabajo, a pesar de su extensa experiencia laboral. Hoy se prefiere a un carajillo recién salido de la universidad, que apenas empieza su vida laboral, sobre muchos que nos hemos ganado esos mismos títulos en la universidad de la vida.

Hace poco me correspondió visitar un edificio en construcción y me sorprendió observar cómo el maestro de obras, un señor con apenas el noveno año de colegio, estaba aconsejando al joven ingeniero a cargo de la obra sobre la forma correcta de colocar una estructura. Definitivamente la experiencia la dan los años. En mi caso esos años se reflejan en una cabellera plateada que no es obra de la casualidad sino de miles de horas que me he quebrado la cabeza resolviendo problemas o generando propuestas para facilitar las cosas.

A estas alturas de la vida sigo trabajando con entusiasmo, ya que desempeño un puesto en el que la experiencia es un plus, pero no a todos los de mi edad les sucede igual. He observado con cierta rabia cómo los mayores somos discriminados solo por motivos de edad, aunque seamos trabajadores eficientes, dinámicos, con iniciativa, buena salud y mucho qué enseñar todavía.

Normalmente los patronos se inclinan por personas jóvenes, por lo general menores de 35 años, y es muy raro observar en una empresa privada personas maduras, donde casi solo tienen cabida como guardas de seguridad o personal de limpieza. Los que nos mantenemos laborando con frecuencia somos motivo de bromas, guasa, choteo, acoso, burlas y hasta discriminación por parte de los compañeros más jóvenes, quienes no dejan escapar oportunidad para hacer chiste por esta causa. Lo vacilón de todo esto es que quienes hacen mofa por asuntos de edad generalmente es gente con muchos años menos, pero con muchos kilos de más, con una vida poco saludable, que casi no practican ejercicio físico y cuya mayor ilusión es que llegue el viernes para irse a emborrachar con su barra de amigos.

Son esos que con sus permanentes bromitas no tienen asegurada la vida que ya uno ha vivido. Por eso cuando me tratan de roquillo, momia o reliquia yo les respondo que al menos yo ya disfruté esos 20 o 30 años que nos diferencian, pero que ellos todavía tienen que vivirlos y no los tienen muy seguros. A ellos les recuerdo que muchas personas, compañeros de infancia, adolescencia o juventud, lamentablemente se me han adelantado en el camino, mientras yo sigo aquí dando vueltas por este mundo con mucha ilusión y metas por cumplir.

También reflexiono sobre el milagro de mi vida, pues cada día de mi existencia es un regalo de Dios, ya que me podrían haber pasado tantas cosas en el camino y posiblemente me he expuesto a tantos peligros, pero dichosamente aún sigo en pie. He viajado cientos de veces en buses que no han chocado o en aviones que no se han estrellado, he caminado miles de veces por las calles y no he sido atropellado por un vehículo, ni atacado por un asaltante, me he bañado en el mar sin que este me tragara y así podría seguir enumerando decenas de milagros diarios.

Cuando despierto en la mañana sigo con vida y sin que yo haya hecho nada, el mundo sigue girando y el sol continúa alumbrando, son esos milagros cotidianos en los que raras veces reparamos y por los que casi nunca damos gracias. Pese a las bromas, aquí sigo con mucho entusiasmo haciendo frente a la vida y dando gracias a Dios por este don que me ha permitido disfrutar de tantas cosas de su creación, en el transcurso de mis días he conocido lugares maravillosos y personas interesantes, he saboreado las miles del amor, procreado una familia y tantas otras cosas, por lo que creo que mi paso terrenal no ha sido en vano. Dicen por ahí que todo hombre a su paso por la vida debe sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.

Hoy con orgullo puedo decir que por mi afición a la tierra he sembrado y hasta recogido la cosecha de muchos árboles, tengo hijos maravillosos y hasta garabateé un pequeño libro. Estimado Profesor, no sé a qué alturas de la vida se encuentra usted, pero por la forma en que responde se trata de una persona madura, por eso como adulto espero que comprenda estas inquietudes que hoy le expreso y que de alguna manera me da cierto desahogo ante mis compañeros de trabajo y algunos amigos.

Le quiero agradecer la oportunidad que me pueda brindar para publicar esta nota en una sección de gran interés humano como es Sentimientos en Conflicto. Finalmente, mi mensaje a todos aquellos que rondan mi edad, muchos de los cuales se sienten desanimados y echados a morir por esta causa, es el siguiente: si bien es cierto ya llevamos un gran recorrido, aún resta mucho para llegar, y como dice una canción “no le quitemos años a la vida, pongámosle vida a los años”. Con todo mi aprecio, Alfonso Martínez R.

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