¿Don Luis Guillermo, en qué país vive usted?
Luis Guillermo Solís, presidente de la República, asegura que el país está tranquilo, que no hay una situación de caos en las calles ni inseguridad en todas partes.
Ese punto de vista sobre lo que sucede en Costa Rica es difícil que sea compartido por los familiares de los más de 200 muertos que contabiliza la guerra por venta de drogas en los barrios nacionales.
Difícilmente será compartido por los vecinos de Limón, Desamparados, Zona Sur, frontera norte y San Francisco de Dos Ríos, donde recientemente se vivió una de las ejecuciones más violentas. Por cierto, este último un barrio de clase media.
El narcotráfico está en todo lado. No respeta condición social ni barrios, no piensa en clase alta o baja, no respeta nada. Su ola de muerte inundó Costa Rica. Lo que estamos viendo, en términos sencillos, es una masacre. Don Luis Guillermo, ¿en qué país vive usted? Porque todos los que vivimos en este vemos otra realidad.
Solo para recordar. Señor Presidente, el 2014 llegó a la cifra de 453 asesinatos. En el 2013 fue de 411. ¿Por qué es importante esto? Bueno, además del sufrimiento de 453 familias, el país alcanzó la tasa de 9,5 crímenes por cada 100 mil habitantes, dejando por detrás los 8,6 por cada 100 mil que había registrado en el 2013.
Si el 2015 termina con números más altos al 2014, estamos en las puertas de que en Costa Rica los homicidios sean declarados como una epidemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este organismo establece que para alcanzar esa denominación se debe tener una tasa de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Entonces, aquí es donde el discurso no empata. El país no está tranquilo y sí hay inseguridad en todas partes. Pregunta: ¿en qué pueblo de Costa Rica no venden drogas? Si existiese uno, que le digan al resto del país cómo lo lograron.
Sin duda alguna el combate al crimen organizado necesita acciones de largo, mediano y corto plazo. Sin embargo, Costa Rica en este momento se encuentra en un nivel de acciones de urgencia. Inmediatas.
La distribución de policías para el combate al narcomenudeo es una solución que quiebra estructuras en barrios, pero poco pasa con los verdaderos dueños de las zonas, los llamados “capos”, que dominan las denominadas “plazas”.
Durante muchos años, la Policía de Control de Drogas (PCD) ha realizado una tarea de detener a estos vendedores. Incluso en sus informaciones nos indican la desarticulación de narcofamilias, donde varios integrantes de un mismo núcleo se dedican a vender estupefacientes.
Año a año, la PCD hace el recuento y lo manda a la prensa. Son muchas estructuras dedicadas al narcomenudeo detenidas. ¿Y qué ha pasado? Al tiempo que detienen a unos, otros toman la venta y siguen con el negocio.
Por supuesto que la erradicación de estas “ventas” de droga debe seguir, pero la policía debe fijar sus ojos en toda la estructura y detener a los líderes de esas organizaciones.
Con esas acciones y aprobada la ley de extinción de dominio, el país podrá quebrar financieramente a los líderes y acabar con el negocio.
Indica el Presidente que el crimen organizado no termina en un acto, por ser un proceso complejo y tener una dinámica de acción que se ha transformado. Que es necesario entender que las acciones para contenerlo, mitigarlo, combatirlo, derrotarlo, toman tiempo y un proceso largo de coordinación y trabajo. ¿Y mientras eso sucede qué hacemos con los muertos? ¿Mientras eso pasa qué hacemos con los adictos? ¿Qué hacemos contra los narcotraficantes?
Según estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), de enero a junio del año pasado, hubo 179 asesinatos relacionados con crimen organizado, mientras que en ese mismo periodo de 2015, la cifra va por 269 homicidios.
Don Luis Guillermo, estos números sólo son de homicidios por crimen organizado. En estas cifras no está incluida toda la realidad por delincuencia que vive el país, entonces, si es tan alarmante lo que estamos viendo, ¿en qué país vive usted?
