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Opinión

Déficit fiscal El problema es el destino de los gastos

Hace más de 250 años el economista británico Adam Smith en su famoso libro La Riqueza de las Naciones indicaba lo siguiente: “El esfuerzo uniforme, constante e ininterrumpido de cada hombre para mejorar su condición, el principio del que se derivan originalmente tanto la opulencia pública y nacional como la privada, es con frecuencia lo suficientemente poderoso como para mantener el progreso natural de las cosas hacia su mejora, y ello a pesar tanto de la extravagancia del Gobierno como de los grandes errores de la administración…”


Smith indicaba que la acumulación del capital exige que alguien renuncie a gastar sus ingresos en bienes de consumo, ¿pero con quién podemos contar para este fin?... No con el Estado porque es derrochador y extravagante…


Pareciera que Adam Smith estuviera haciendo un comentario de la situación económica de un país como el nuestro, en vez de estarlo haciendo hace más de dos centurias sobre el gobierno de las Islas Británicas. Porque es cada vez más difícil que el Estado costarricense invierta –sin meterse a construir- en proyectos de verdadera importancia, que contribuyan con el crecimiento del PIB y del empleo productivo.


Hubo dos intentos en las últimas dos administraciones de promover proyectos públicos de gran envergadura, pero no con el aporte de capital del gobierno sino de empresas privadas, como son el proyecto de una nueva terminal portuaria para recibir buques portacontenedores en Moín por parte de la empresa holandesa APM Terminals; y la construcción de una nueva carretera a Limón por parte de empresarios chinos.


Sin embargo, ambos proyectos han sido boicoteados por políticos, dirigentes sindicales y por una desteñida labor del gobierno en defensa de su desarrollo. Con dirigentes salidos principalmente de una institución como JAPDEVA que destina la mayor parte de sus ingresos al pago de salarios.


Proyectos que servirían para disminuir los costos portuarios, en el transporte para la producción de bienes y servicios- incluyendo en esto último nuestra actividad turística- y en la salida y entrada de productos hacia y desde el exterior, de importancia vital para nuestra economía, buscando un mejor lugar de competitividad en el mundo, ya que actualmente ocupamos el puesto 128 de 133 países en el campo de infraestructura portuaria.


Casi que la labor del Gobierno Central en su aporte de capital se ha circunscrito en las últimas décadas a reparar las carreteras, puentes y alcantarillas hechas desde hace más de 50 años. Y a terminar algunos puentes a desnivel en la carretera de circunvalación que debieron ser diseñados y construidos desde el principio de esa vía hace más de 35 años.


Y con broche de oro, a la construcción de la llamada trocha, que además de no servir para la extracción de productos, ni nada por el estilo, más bien pareciera que ha servido para enriquecer a unos cuantos. Aspecto este que está siendo investigado por fiscales del Ministerio Público, pero que en todo caso tuvo un costo de ¢ 50.000 millones y según el Presidente Luis Guillermo Solís, habrá que agregarle muchos miles de millones más para tener un camino completo.


Esto quiere decir que el gasto del gobierno se centra en su mayor parte en el gasto corriente y dentro de él el pago de la planilla. Que dejando a un lado los gastos en educación, en seguridad y en justicia – sin que tampoco en esos campos haya inversiones importantes-, los costarricenses nos preguntamos si valdrá la pena seguir con los enormes gastos en burocracia del Estado, en un país que, dichosamente, no tiene gastos militares.


El tema. Cada cuatro años con el nuevo gobierno resurge el tema del déficit fiscal del Sector Público; y aparecen los políticos por doquier defendiendo la idea de cobrarles más impuestos a los que más tienen, que hay que aumentar la recaudación de los actuales impuestos, que ya el déficit fiscal es inmanejable, etc. etc.


Pero no aparece alguien con una propuesta realmente seria, de disminuir el aparato estatal, no solamente en la parte central del Gobierno, sino además y principalmente en algunas de sus empresas.


Porque además de los impuestos que cobra el gobierno para sus gastos, en un gran porcentaje para el pago de salarios, están las empresas del Estado como el ICE, RECOPE, el INS y el A y A, que recuperan sus gastos a través de sus propios ingresos.


Con un ICE que ostenta una planilla de más de 17.000 con sueldos y beneficios de lujo; con RECOPE que ha gastado en los últimos años alrededor de $50 millones (¢ 28.000 millones) o más a través de SORESCO, en una idea sobre una planta de refinación que no tiene ni pies ni cabeza; y con el INS acumulando utilidades financieras en millones de dólares sin que la mayoría de los ciudadanos sepamos por qué y para qué.


Yo he sido seguidor de la Teoría Keynesiana en el sentido de que la inversión del Estado, a través del multiplicador de las inversiones públicas, aumenta la producción y el empleo en una sociedad. Pero hablamos de INVERSIÓN, no solamente gasto, que pareciera la lectura que han hecho muchas veces los funcionarios de gobierno, como cuando en la segunda administración del Dr. Oscar Arias S. se aumentó el empleo en la CCSS con las consecuencias que todos conocemos.

 

*Economista

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Martes 10 Junio, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Juan Antonio Rodríguez C.

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