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Opinión

Defensa del abstencionismo consciente

Por más bombardeo idiotizante que recibe este pueblo desde el abandono del esfuerzo culturizante emprendido por nuestros abuelos, por más que la superficialidad se haya adueñado de la masa discordante y, con ella, de la ciudadanía escabrosa, que tampoco ha logrado escapar a tanta estulticia, quedan temas por recuperar. El abstencionismo es uno de ellos.


Y es que por más visitas a pie, debates, encuentros barriales, piquetes en carreteras y hasta llamadas por cobrar y spam, cortesía de los comandos de campaña de los partidos políticos embarrialados –para decirlo bien- en la actual campaña electoral, lo cierto es que el gran ganador sigue siendo –y posiblemente seguirá siendo- “Nadie” o “Ninguno de los Anteriores”.


Los abstencionistas siguen siendo mayoría, tal vez la única mayoría consistente en el tiempo. Los partidos políticos y sus candidatos de turno, resumen su contenido a fracciones muy reducidas de los votantes, apostándole a superar el umbral que apenas les empodere para cumplir con un mandato formal que, bajo ningún supuesto, ninguno, les legitima seriamente. Todos los gobernantes en las últimas décadas han transitado el poder con un nado de perrito, porque sus tanques de oxígeno electoral no dan para brazadas largas, ni mucho menos patadas fuertes.


Tampoco identificamos en la actual lisa electoral algún encantador de multitudes -Crowd pleasing candidate- dirían mis colegas anglófonos, que motive y convierta el frío en calor.


Hecho capital. No obstante este hecho capital deslegitimador, la doctrina jurídico-política ha sido bastante tímida en el tratamiento objetivo –esto es alejando las pasiones e intereses- del abstencionismo, como interrogante primordial del sistema electoral.


Aclarando que no se trata de justificar, sino de explicar, empecemos reconociendo que el abstencionismo es una expresión válida y legítima en el juego democrático y, por tanto, no es mal demócrata el que no atiende la convocatoria a las urnas. Cuidado y no, más bien, como están las cosas, la afirmación debiera hacerse al contrario.


El ciudadano tiene derecho a protestar. Si se mira bien, ese es su primer derecho fundamental. Nace protestando y si decide vivir dignamente, deberá seguir protestando.


No es extremo anotar que el primer deber de todo ciudadano es criticar. Es ese ímpetu reformador el que mejora el estado de cosas frente a la comodidad de los navegantes de agua dulce que prefieren el inmovilismo y se erizan frente a la crítica, acostumbrados a vivir su vida como si se tratara de un dictado, sin conciencia de sus propias letras.


Frente al ciudadano consciente, de espaldas, se sienta el indiferente, que no es necesariamente el abstencionista que retratamos aquí. Este último encuentra en su ausencia el regaño deslegitimador que duele al político tradicional que se sabe mermado.


¿Es legítimo que el ciudadano emplee, u omita en su defecto, según mejor le parezca, las pocas herramientas que el sistema electoral le proporciona para expresar su voluntad?


Partiendo que en Costa Rica la voluntad del elector se encuentra parcialmente cautiva y que no se vislumbra en el horizonte de la voluntad política, ni un tímido guiño liberador, la respuesta a este tipo de preguntas debe ser amplia de miras.


¿Qué lectura se puede dar a la elección por listas cerradas, inscripción de candidaturas limitada a partidos políticos y la financiación público/privada de las elecciones?


Esas son las tres columnas del stato quo, tres instrumentos colonizadores de lo que el discurso patriotero vende como una verdad absoluta: “somos libres de elegir”.


El abstencionismo es la forma más pacífica de protesta. De toda suerte que si ante un sistema secuestrante no se le brinda la posibilidad al ciudadano de protestar dentro del sistema, buscará las calles como último reducto y, en casos extremos, otras vías de hecho aun menos civilizadas.


La censura representada en el abstencionismo consciente se dirige exclusivamente contra los políticos rapiñeros que han ordeñado hasta el paroxismo la paciencia de este pueblo sumiso. Porque no es nobleza el dejarse mancillar, sino sumisión, duélale a quien le duela.


El mensaje no es contra la democracia, todo lo contrario, es en su rescate y por ende contra los que la han secuestrado, incluidas ciertas autoridades electorales faltas de hormonas para enfrentarse a ciertos conglomerados empresariales y partidarios que temen una participación ciudadana más consciente y beligerante.


Abstencionismo participante. Tampoco es cierto que el abstencionista no participe. Claro que sí participa, solo que participa debilitando. ¿Acaso ya no es cierto que la mejor palabra es la que no se dice? ¿No es la indiferencia el mayor flagelo para el ánimo humano? ¿No es del abstencionismo de lo que se conduelen los participantes después de cada elección?


Tampoco es correcto sostener que un ciudadano que se abstuvo no puede reclamar después a quien resulte electo. De hecho, los que sostienen esta tesis sí son malos demócratas.


Todo ciudadano, sea que vote a favor del elegido, que no vote o incluso que vote en contra, mantiene incólume su derecho de reclamo y exigencia. Sigue siendo tan ciudadano como el resto. Sostener lo contrario, en este país, nos coloca en un callejón sin salida, dado que al final de las cuentas, solo tendrían derecho a ejercer su ciudadanía, incluido el derecho de diferir, menos de una cuarta parte de la población, que es el pírrico fragmento que gana las elecciones cada cuatrienio.


Los que debilitan no son los abstencionistas, son los que los obligan a no votar ante la falta de alternativas y capacidades. Incluida la capacidad de reencantar y convencer. No son aquellos, malos demócratas, lo son más bien los que niegan su derecho a la abstención y con ello cohonestan el autosecuestro “democrático” que con todo y Síndrome de Estocolmo, se reproduce cada cuatro años.


Una cosa más. Yo votaré en las próximas elecciones, aunque no sé todavía por quién. Es por eso, justamente por eso que defiendo el derecho de los que deciden, reflexivamente eso sí, no votar.


*Abogado. [email protected]

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Martes 08 Octubre, 2013

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Pablo Barahona Kruger

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