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Opinión

Editorial

Las prisiones han tenido diversos cometidos a lo largo de la historia, entre ellas proteger a la sociedad de elementos peligrosos, disuadir a los que desean cometer delitos y reeducar a los detenidos. Sin embargo, pareciera que las cárceles costarricenses tienen un objetivo más, convertir a los policías penitenciarios en una especie de presos con autoridad.


De acuerdo con la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), existe un rezago de al menos 30 años en las condiciones laborales del personal penitenciario por lo que ayer cerca de 200 policías se lanzaron a las calles con el objetivo de protestar y alzar la voz para que el país tome conciencia de sus precarias condiciones laborales y los sordos que han estado los oídos de las autoridades que deben velar por su bienestar.


Uno de los puntos principales por los que luchan estos trabajadores es que se les equiparen los salarios con los de la Fuerza Pública pues actualmente la diferencia ronda los ¢80 mil. Una cifra, a todas luces, inadmisible, teniendo en cuenta que quienes cuidan los presidios de este país deben dormir en estos recintos en dormitorios hacinados y con condiciones iguales o peores que las de los reos a los que cuidan.


Los sindicatos han denunciado, en reiteradas ocasiones, que estos policías trabajan al sol y al agua en fortines que no cuentan ni siquiera con un servicio sanitario en donde poder hacer sus necesidades, muchas veces utilizan uniformes viejos y rotos porque no se los proporcionan a tiempo, sobreviviendo a punta de arroz y frijoles porque el presupuesto no da para más.


Además, los uniformados reclaman que sufren de precarización salarial (se alejan de las condiciones actuales que ya muestran sus iguales de la Fuerza Pública); acumulación de deudas salariales por labores en condición de Disponibilidad que no quieren pagarles; y un quintal de horas extra acumuladas de las que nadie quiere hacerse responsable.


Los problemas se agravan si además de todo, son custodias mujeres pues según reclaman la discriminación de género está a la orden del día.


Pareciera que estos policías, aparte de tener menos derechos que sus compañeros, cuentan con menos derechos que los reos.


La vulnerabilidad social en que se encuentran estos policías los hace blanco fácil de extorsiones e incluso pueden verse tentados a cometer delitos con tal de conseguir algo más de plata para sus familias.


En nuestro sistema penitenciario trabajan un aproximado de más de mil policías que cuidan a un total de 14 mil reos por lo que aumentar la planilla, como lo exigieron los manifestantes, se hace urgente para evitar una tragedia.


Sin embargo, no todo son malas noticias, pues al cierre de este editorial, finalmente, según Manrique Sibaja, director de Adaptación Social, la Ministra de Justicia se mostró anuente a hablar con los uniformados y concederles algunas de sus exigencias.


Esperamos que estas negociaciones lleven a una mejora real en las condiciones de vida de estos hombres y mujeres que trabajan de domingo a domingo para resguardar la seguridad de todos nosotros, sin olvidar que son ellos quienes evitan que los delincuentes salgan a hacer de las suyas en nuestras calles.

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Martes 14 Enero, 2014

HORA: 12:00 AM

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