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Opinión

Jóvenes al garete en Costa Rica

EDITORIAL

En Costa Rica 1 millón 700 mil habitantes tienen entre 15 y 35 años. Esta es la población joven del país, lo que equivale al 42% del total de los costarricenses, según datos del Consejo de la Persona Joven.

La mayoría hoy vive un serio problema, no trabaja y tampoco estudia. No es porque no quieran, sino porque no existen opciones, están cada vez más enfermos y el suicidio los acecha.

Pero el caso más crónico lo enfrentan los menores de 24 años. El grueso de esta población no tiene el colegio o estudios superiores, lo que genera menos posibilidades de ubicarse en algún puesto de trabajo estable y en esto el Estado deja de hacer parte de su trabajo.

Un total de 86.500 jóvenes con esas características estuvieron desocupados en 2018, pese a que buscaron oportunidades hasta debajo de las piedras. 

Una población joven sin alternativas ni espacios está destinada al fracaso y eso es lo que se gesta en Costa Rica.

Hay que ver las filas de muchachos en las ferias de empleo, pero la realidad es que un bajo porcentaje logra colocarse. Las empresas nacionales no están en posibilidades de reclutar más empleados y las transnacionales más bien recortan personal y mueven sus operaciones a países con economías más dinámicas y prósperas.

Viendo estas cifras podríamos pensar que una buena parte de los jóvenes ya debería estar generando progreso, ocupando un empleo o bien un pupitre del sistema educativo público o privado, pero no.

Más de 500.000 no culminaron la primaria y 600.000 no lograron acabar la secundaria, reveló el informe Estado de la Nación hace dos años.

Hoy estas poblaciones son las víctimas directas del desempleo, enfrentándose también a otros escenarios como problemas de salud por depresión, exposición a enfermedades de transmisión sexual y adicciones a drogas legales e ilegales. 

Si no que lo digan las autoridades del Ministerio de Salud, que revelan datos preocupantes sobre el suicidio. Entre 2014 y 2018 los intentos de quitarse la vida reportados pasaron de 1.204 a 1.898. 

El índice subió de 25,2 a 37,9 intentos de suicidio por cada 100.000 habitantes en esos cuatro años. 

La población más golpeada tiene entre 15 y 19 años, y si se delimita por género, las mujeres presentan la mayor tasa. Por cada 100.000 habitantes, la Dirección de Vigilancia de la Salud reportó 46 mujeres y 29 hombres en 2018. 

La población mundial joven enfrenta una encrucijada y no somos la excepción, hay pocas opciones para resolverla con prontitud si se toma en cuenta que la juventud es el futuro de la nación.

La última Encuesta Nacional de Juventudes reveló que un 12% de los jóvenes dice estar estresado y un 5,3% reconoce que pidió ayuda médica ante situaciones depresivas, un 2,4% intentó quitarse la vida y un 6,2% sufre ansiedad.

Aproximadamente 267.000 personas entre los 15 y 35 años no participan en el mercado laboral, pese a que el 74% desea tener empleo para satisfacer sus necesidades y contribuir con las responsabilidades de su hogar. 

Los jóvenes representaron más del 35% de la población mundial desempleada en 2017, según las últimas estimaciones.

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo de 2017 indica sobre esta problemática que “el crecimiento económico mundial sigue estando desconectado del crecimiento del empleo y la inestabilidad económica amenaza con revertir los logros alcanzados en materia de empleo juvenil.

La relación de las tasas de desempleo jóvenes-adultos apenas ha cambiado a lo largo de la última década, reflejando las profundas y extensas desventajas de los jóvenes en el mercado de trabajo”.

Es evidente que los gobernantes nacionales no dan en el clavo con un tema tan trascendental, no entienden aún que necesitamos generar las opciones para que la población joven se desarrolle.

Los que tienen el poder en sus manos poco resuelven sobre la situación que aqueja al 42% de los ticos, en materia educativa se sabe de un alto porcentaje de deserción, pero son mínimos los esfuerzos para combatirla. 

En salud los espacios en clínicas y hospitales para adolescentes y jóvenes son nulos, como si sus problemas no fueran los mismos que los del resto de la población. 

No conoce el Estado, y menos la seguridad social, que sufren hoy con más frecuencia de insomnio, estrés, depresión, pensamientos suicidas y adicciones, entre otros males. Eso debería estar mapeado, es un asunto de atención integral y urgente.

No existen políticas públicas para esta población y si los políticos entienden que aglutinar gente joven es un éxito para sus campañas porque inyecta emoción, pasión y vida al quehacer partidario, entonces cómo no comprenden que es el motor de Costa Rica y dejarla en el olvido solo hará que el futuro sea incierto.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 27 Febrero, 2020

HORA: 12:00 AM

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