La seguridad no se pide, se trabaja
EDITORIAL
El presidente Carlos Alvarado le encomendó este martes al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, durante una fugaz reunión en Zapote, que interceda para que Costa Rica vuelva a estar en el nivel 1 en la calificación de viaje.
Lo anterior porque a inicios de mes el gobierno se llevó la desafortunada noticia de que el país pasó del nivel 1 (tomar precauciones normales) al 2 (ejercer mayor precaución).
En el 2 se encuentran en Latinoamérica países como Colombia, El Salvador, Guatemala y México.
No criticamos la postura del mandatario y su equipo, pero sí coincidimos con la opinión de un gran número de diputados.
El tema de la inseguridad, el que realmente nos ocupa, no debe resolverse solicitándoles a estados amigos que nos califiquen bien, cuando la realidad en muchas ocasiones es otra.
Tan solo hay que recordar la última encuesta de CID Gallup, la cual reveló que una mayoría de ciudadanos están convencidos de que el clima de inseguridad en el territorio nacional constituye una de las principales problemáticas.
Pero la cosa va más allá. Por más que se alardee con que los homicidios disminuyeron entre 2018 y 2019, en Costa Rica se mantiene una tasa de asesinatos superior a 10 por cada 100.000 habitantes.
Es decir, se mantiene la epidemia que se inició en 2015, año en que la administración Solís Rivera empezó a emprender todo tipo de acciones con tal de disminuir el hacinamiento carcelario, como la liberación de “golondrinas”.
Si se repasan los datos, en 2010 se registraron 527 homicidios, 474 en 2011, 407 en 2012, 411 en 2013 y 477 en 2014.
En 2015 subieron a 557, con una tasa superior a 10, que es el parámetro establecido internacionalmente para definir si un país enfrenta una epidemia.
Un año después los asesinatos se incrementaron a 578 con una tasa de 11,8 y en 2017 subieron a 603 con una tasa de 12,1 por cada 100.000 habitantes.
En 2018 se contabilizaron 585, mientras que en 2019 bajaron a 560. Es evidente que la baja es positiva, pero no resulta suficiente.
Otro tema a destacar es el factor que el Gobierno de Estados Unidos hizo ver a la hora de bajar la calificación de viaje a nuestro país: los delitos menores.
Hurtos como el robo de celulares y pasaportes afectaron en 2019 a 688 turistas, que si bien representan un 0,02% del total de visitantes que recibimos anualmente, son personas, padres y madres de familia, jóvenes aventureros motivados por conocer Costa Rica.
No seamos mediocres al pensar que esos 688 turistas asaltados son pocos. Lo que deberíamos hacer es ser contundentes y emprender las acciones necesarias para acabar de una vez por todas con este mal.
¿Cómo se le explica a una familia que ansía conocer nuestro país por sus bellezas naturales que va a terminar sin su celular, su cámara o su billetera?
¿Cómo se les explica a esos turistas que el país de la paz y sin ejército es un nido para la delincuencia?
No pretendemos en lo absoluto echarle tierra a nuestro propio país, pero sí es necesario un baño de realidad.
Bien apunta la politóloga Lilliana Sánchez, quien escribió recientemente un artículo de opinión en La Revista, que es urgente continuar con la reducción de la desigualdad económica y social, así como formular y aplicar una estrategia preventiva, focalizada en niños y jóvenes, especialmente los que se encuentran en riesgo social.
También es necesario nuevamente estructurar a lo interno el Ministerio de Seguridad Social: una parte encargada de unidades especiales, otra para la atención del crimen organizado y un último brazo dedicado a tareas operativas.
Señor presidente, con su colaboración y la de todos los costarricenses estamos seguros que no vamos a tener que suplicarle a ningún estado que nos recalifique porque nuestros índices hablarán por sí mismos. Como bien repite usted, es hora de desatar ese nudo.
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
EMAIL: [email protected]
Miércoles 22 Enero, 2020
HORA: 12:00 AM
SIGUIENTE NOTICIA