Para un padre de familia, recibir la noticia de que un hijo o una hija tiene algún grado de discapacidad, implica un hecho impactante al considerar que eso podría generar un retroceso en sus capacidades de aprendizaje.
Sin embargo, los expertos en educación especial y desarrollo psicoafectivo de los menores, afirman que el avance de las investigaciones permite contrarrestar esa realidad, pero siempre es fundamental el aporte que los padres puedan realizar.
Dicho de otro modo, la actitud vigilante de los padres sobre los primeros estados del desarrollo del menor es fundamental para detectar si este presenta características distintas respecto de los primeros meses de vida de otros niños en edades similares.
“Cada vez es más común que los padres busquen orientación y el criterio de expertos acerca de las conductas que presenta un hijo o hija”, apuntó Lorena Mora, especialista en educación especial y profesora de la Ulacit.
Por otro lado, afirma que la detección de una discapacidad debe no verse como un padecimiento o enfermedad, porque se trabaja en el proceso de cambiar el discurso alrededor de la inclusión que ocurre en toda la sociedad y que reviste de los derechos humanos más fundamentales al infante.
“Una detección de discapacidad no guardará inmediatamente relación con algo que afectará el desarrollo psicosocial y afectivo de un menor. Es más bien la cantidad de apoyo que se ofrezca a una persona con discapacidad la que determine su desempeño en el entorno familiar, comunal y social en que se desenvuelve.
Pueden perfectamente existir periodos de crisis, pero una oportuna atención marcará la diferencia para que disminuya su presentación o se reorienten las habilidades o destrezas que la persona adquiere gracias al trabajo conjunto con su familia y los entes de apoyo que lo acompañan en este proceso”, comentó la especialista.
La experta sí advierte que las detecciones de alguna discapacidad en la población costarricense continúan en aumento conforme a reportes estadísticos. Los orígenes son muy distintos porque se pueden derivar de condiciones genéticas, de desarrollo, traumatismos, accidentes o etapas asociadas a la vida.
Para los expertos, es de llamar la atención como se acrecientan las referencias de personas desde las etapas tempranas de la escolarización, lo cual demanda más preparación de los profesores y especialistas para atender con la totalidad de derechos a las personas que presentan dichas condiciones.
Una queja en este sentido es que en muchas ocasiones ese proceso continúa siendo muy médico para confirmar o descartar que se tiene una condición específica, pero como se mencionó de previo, eso no es factor para que se detengan los procesos de acompañamiento que permitan avanzar en la adaptación de los menores a sus nuevas realidades de formación e interacción con el entorno.
PASOS PARA DETECTAR
• Sea observador de cómo se desarrolla el menor
• Si tiene dudas o ve comportamientos ajenos acuda a un centro de salud y pida referencias de especialistas
• Descarte que el menor no se podrá desarrollar por su condición
• Conviértase en su pilar de apoyo más importante, porque se van a necesitar mutuamente.
